miércoles, 21 de octubre de 2009

67. NO HAY JEFES BAJO EL MAR.

Empiezas el día teniendo que hacer cinco recogidas de clientes en cinco hoteles distintos en las cinco esquinas más alejadas entre sí de la comarca. Immediatamente entras en el atasco matutino provocado por el camión de la basura y llegas tarde al primer hotel. El cliente se ha cansado de esperar y se ha vuelto a la habitación. Le llamas, y baja después de 10 minutos. Llegas tarde al segundo, tercero, cuarto y quinto hotel, y los retrasos se van acumulando. Entre el tercero y cuarto cliente/hotel, recibes la primera llamada de tu Jefe preguntándose a ver dónde carajo estás, puesto que hace un largo rato que deberías haber llegado. Por supuesto, indicas que estás a punto de llegar.
Cuarenta y cinco minutos, y cuatro llamadas del Jefe más tarde, cuando finalmente lo logras, los otros quince buceadores, divemasters, instructores, y por supuesto, El Gran Jefe, están esperándote en el barco con cara de mal humor tras el madrugón pertinente. Rápidamente, mientras el jefe te taladra al respecto de tu tardanza, equipas a los rezagados a toda velocidad.
-¡Que monten en el barco!- dice el Jefe- ¡Nos vamos!.
Malas noticias; el Jefe va a llevar el barco esta mañana, y te culpa del horario de recogida de las basuras...
Ya en el barco, te sitúas en la otra punta y comienzas a montar tu equipo. El mar está curioso; olas de metro y medio aparentemente inofensivas, pero suficientes para marear a los no poco buceadores urbanitas que en esta soleada mañana ocupan la embarcación. Te toca montar seis equipos en total en los ocho minutos que hay desde el puerto hasta el sitio de buceo. Con la lengua fuera, llegas al lugar de buceo, y tienes que dejar de montar equipos para cogerte a la boya. Igual sería más fácil si el Jefe dejara de hablar por el móvil, esa prolongación natural de su anatomia, y la única causa de que en ese momento no te esté aún regañando. Una vez amarrado, el Jefe cuelga y retoma el discuso sobre tu ineptitud y lentitud en el montaje de equipos.
-¡Pero si ya están casi todos! – te defiendes inútilmente.
-¿Y este equipo a medio montar, de quien narices es?
Por supuesto es el tuyo. Lo montas en un momento, y te equipas en medio. A la de tres, tú y los cuatro buceadores que vas a guiar, os dejais caer hacia atrás y os reunís en el cabo. El Jefe te arenga desde la borda: sois los últimos en haberos tirado. Su voz chillona desaparece cuando por fin comenzáis el descenso y...

...y comienza el placer, la calma y el sosiego de un fantástico buceo plagado de meros, morenas, pulpos, atunes, anémonas, tortugas y rayas, cangrejos, peces payaso, trompeta, corneta, pipa y demás. Y aunque no vieras ni un animal porque ese día estuvieran de vacaciones, pase lo que pase antes del buceo, la realidad deliciosa para todos es que bajo el mar, los Jefes no existen.