martes, 28 de abril de 2009

11. FLOTO

Floto; Mecido por la corriente, entre dos aguas, mientras a mí alrededor los peces se ceban con mi tragedia.
No podía imaginar que tamaño accidente podía ocurrirme a mí, sobrado como estaba de experiencia y confianza en mis propias fuerzas.

Hasta el día: luminoso y cálido, tan solo ofrecía la promesa de alegrías, bondades y ¿Quién sabe? Quizás hasta amor. Nada había en él que presagiara este trágico final.


El variopinto grupo había forjado su amistad en un foro de buceo del que había surgido la iniciativa de celebrar un encuentro o “quedada” que diera cuerpo y carne mortal a los fantásticos nombres que los identificaban.

Personajes tales como: Mariposilla caribeña, Calamardo, Mero calimero y otros de igual tipo y que tras la pantalla debatían, ya fuera furiosa o jocosamente, sobre las ocurrencias de cada uno. Individuos que firmaban sus escritos con sentencias del estilo de: -“El agua del mar: la mejor para el caldero”- ó –“De pequeño: chupete. Y de mayor: regulador“- constituían la fauna de dicho foro.
Llegados de todas las partes del país, nos reunimos en el bar designado como punto de encuentro.
Hasta allí, fueron llegando bien en parejas, bien en solitario los participantes.
Tímidos en principio, amigos de toda la vida al poco y hermanos al amanecer. Retomamos viejos debates en encendida y ruidosa algarabía alargando un encuentro durante el cual: comimos y bebimos, bebimos y volvimos a comer. Y finalmente bebimos, bailamos y en los ojos brillantes de “Sardinilla Cantábrica” me pareció vislumbrar un destello tan solo para mí.

Ya la tremenda horda arriba al club, acallando con su estruendo al mismísimo compresor. Ya los Master se aprestan para un largo día con un suspiro mientras al fondo, acobardados, los buzos ajenos al encuentro se estremecen como ovejas ante lobos preguntándose -¿Y con estos vamos a ir nosotros?-.

¡ESE REGULATA, PÁ MI!- dice uno. -¡ESTE CHALECO NO ES DE MI TALLA, DEJAME EL TUYO! – exclama la otra. - ¡NI LO SUEÑES!- responde la aludida.
Por mi parte, cual galán de película, voy reuniendo lo mejor de la cosecha para la “Sardinilla Cantábrica”, buscando la recompensa de otro lucero en sus ojos y para mi alegría recibo el premio de una disimulada caricia.

-“No estás a lo que estas.”- se ríe “Mero Calimero”. – “Ahora te queda solo la morralla”- . Un vistazo rápido confirma la verdad de sus palabras, tan solo quedan los equipos más viejos y usados. Renegando por lo “bajini” y tras múltiples cambios termino de montar y comprobar mi equipo. En la lancha, los foreros, aplauden mi llegada mientras entonan a coro: - TARDOON, TARDOON –

Se forman las parejas y el guía morocho se queda a “Sardinilla”. –“Es que tiene pocas inmersiones”- alega el maldito.
Breve “briefing” y al agua; fresca y luminosa, con una visibilidad que no disminuye pese a la profundidad, constituye el sueño de un buzo. La falta de vida por la presión de la pesca no impide el placer de la bajada. Enrabietado como estoy con el morocho maldito, me separo del mi compañero indicándole que todo está bien, que voy a tomar una foto y como todo el mundo sabe lo pesados que llegan a ser los fotosubs con sus tomas, me deja a mi aire mientras se dirige al cabo con los demás para la parada de seguridad.

Entonces sucedió: El dolor me atravesó como una flecha, tan agudo y solido que, por un instante, me creí asaeteado por un pesca sub imprudente. Un parpadeo y todo había terminado; nadie podía hacer ya nada por mí.

¡Mienten! os lo puedo asegurar, aquellos que dicen que ves desfilar toda tu vida ante ti. Ante de mis vidriados ojos tan solo aparecían aquellos momentos del curso de buceo en los que me advertían una y otra vez de la posibilidad, remota pero real de mi tragedia.

¡Ay de mí! Cuando mi cuerpo descanse: frio y blanco, sobre el suelo de la embarcación y sus rostros, en contraído rictus me contemplen, no podrán evitar un estremecimiento.- “Que horror”- dirán. – “Podría haberme pasado a mí” – pensaran. Y qué decir de ella: mi Cantábrica sardinilla. ¿Buscara consuelo en los brazos del morocho ó con rubor en sus mejillas, tomara mi mano lívida en postrera despedida?

¡Ay de de mi! En tu memoria, Sardinilla, no seré yo el mejor de tus recuerdos y los foros se harán eco de mi desdicha

.- Pobre, tan joven y acabar así – dirá uno. – La edad no tiene nada que ver en esto, es culpa suya – dirá otro. – Pues si piensas eso es que eres un facha – añadirá un tercero – Y tu un rojo matapeces- responderá el aludido – Chicos, chicos. Haya paz, que el hecho es triste – intentara mediar un cuarto. Y así, una entrada tras otra hasta que el Webmaster, aburrido, acabe borrando el post.

El momento ha llegado ya, las voces me llaman impacientes, me reclaman, me dicen que vaya hacia la luz y hete aquí que como los clásicos ante el barquero: Caronte, habré de rendir cuentas si quiero subir a su barca.

¿Cómo le explicare que me he “cagaó”?