miércoles, 30 de septiembre de 2009

47.VERANO DEL 80

A sus 39 años Gastón hoy día, ya no era aquel niño que disfrutaba y corría por las playas del Mediterráneo, jugaba fútbol con su amigos, con aquel balón de fútbol que ahora llamaban “retro” todo el hecho de pentágonos y hexágonos blancos y negros.

Aun recordaba aquel día en el espolón del puerto en esa reñida tanda de penaltis por saber quien había sido el mejor equipo aquel verano del 80.

A el le toco tirar el ultimo de los penaltis, cojio el balón, lo miro y beso aquel pentágono negro, desgastado y algo roto, despegado en donde ponía México 70. Lo planto con firmeza serenidad, cojio carrerilla y le pego con toda su alma, fue gol, un golazo pego en el poste y entro en la portería.


El, y el resto de chavales olvidaron del esférico y este rodó sin que se dieran cuenta espolón abajo directo al mar. Nunca más lo vieron.

Tras la alegría de la victoria que les proclamaba como mejor equipo del verano vino la desilusión por no encontrar el balón y mas tarde por la despedida el verano se acababa y cada uno marcharía a su casa, a sus ciudades y a empezar el colegio.

Gastón era muy amigo de Damián, en portero de su equipo este ultimo era de una ciudad del interior como Gastón algo regordete y muy simpático, siempre estaban juntos y hacían planes en un futuro que ninguno sabia que les depararía, pero tenían algo en común les encantaba el mar y pensaban algún día poder estar en aquel lugar no los meses de verano sino toda la vida, tener su barco, navegar etc.
Se dieron un largo y fuerte apretón de manos bajo el faro siempre vigilante del espolón y partieron con el recuerdo que les dejaban aquellas vacaciones y que les había coronado junto a aquel balón los reyes del verano del 80.

-¡Damián!, ¿Dónde estas, no habíamos quedado a las 08.30 A.M.?, le decía por el teléfono móvil Gastón a su amigo.
-Vamos a perder los rayos de sol de la mañana, venga dormilón y no te olvides de todo el aparejo.
-Que si, que si le decía al otro lado de la línea haciendo esfuerzos que por el ruido parecían sobre humanos por levantarse.

Ante todo Damián para Gastón era su mejor amigo y lo era desde hacia mucho tiempo, la vida les había sonreído y habían conseguido lo que querían, estar cerca del mar.

-¡Como te estas poniendo!, le dijo a Damián, que venia comiéndose unos Donuts.
-Dentro de poco vamos a tener que comprar un carguero…, como te estas poniendo.

La verdad es que Gastón tenia razón, Damián engordaba cada año mas y mas, le llamaban “Luciano” los chavales jóvenes del pueblo, por su parecido a Luciano Pavarotti, con esa gran panza y la densa barba, aunque Gastón decía que parecía mas bien un pizzero de los del sur de Italia, de los que ellos habían visto en los atraques en Nápoles, Capri y demás.

Por fin enfilaron la bocana del puerto y salieron a la mar, hoy no se alejarían mucho era un inmersión rutinaria de mantenimiento.
Damián y Gastón, habían conseguido complementarse y así obtener todos los requisitos que necesitaban para tener así una pequeña empresilla de excursiones de submarinismo y alguna que otra chapucilla durante los meses de invierno que no había tanto trabajo.

Así hoy tocaba mantenimiento en el mismo puerto, en los alrededores del espolón al lado del faro. Era una inmersión rutinaria de mantenimiento pero no por ello peligrosa como todas, por ello a Damián le gustaba tenerlo todo bien controlado en sus útiles, botellas, plomos, cyalume, escafandras, jackeds (estabilizadores), aletas, relojes etc que todo estuviera listo, ordenado para que no ocurriera nada inesperado, lo preparaba todo mientras Damián gobernaba el barco.

-¿Cómo te va? le preguntaba con la boca llena a Gastón.
-Bien, Bien, ya esta casi todo listo, cuando vayamos a parar avísame.
Damián soltó un largo ok!.

El motor del barco se puso en ralenti, lo cual quería decir que ya habían llegado al punto de destino y Damián se había terminado la caja de donuts.

-Vamos, vamos que no tenemos todo el día vociferaba entre risas Damián
-Lo que tengo que aguantar, decía Gastón moviendo la cabeza, si no es por mi aun estas horizontal, anda cuida y no te vayas a caer por la borda, aunque, psssssss ibas a flotar.


-¡Nooooooooooo!, cuantas veces te tengo que el ancla no se echa por la popa, que podemos volcar
-Bueno, bueno perdone usted Comandante Cousteau, yo solo soy un grumete.
-Venga al tajo, ayúdame a ponerme el neopreno.

Y así todos los días, siempre estaban de broma, metiéndose el uno con el otro y el otro con el uno, pero eran grandes amigos.

Por fin Gastón inicio la inmersión, y con su pulgar dio el ok a Damián que hoy se quedaría en el barco, acabando de amarrarlo y marcar la posición del buzo.

Al iniciar el descenso a Gastón le gustaba siempre comprobar otra vez todos sus utensilios mientras pensaba lo que se encontraría ahí en el fondo, que como decía el nunca se sabe.

La inmersión era poco profunda unos 35 pies y se trataba simplemente de revisar el cableado de las balizas del puerto, algo que solían hacer un par de veces al año al acabar el verano y antes del inicio de temporada.

Gastón no observo nada extraño y todo parecía en orden, el pesado cableado estaba bien y no estaba deteriorado ni se había movido por las mareas tan abundantes en esa zona de la anterior inspección. Aparto algo de suciedad y lodo del fondo para encontrar la caja metálica en donde realizaba la marca de inspección.
Una vez hecho esto y dado que le sobraba algo de aire se dedico ha “ir de compras”, expresión que utilizaban ambos para rebuscar entre la basura del fondo marino
A veces subían tristes de la cantidad de suciedad que encontraba, como podíamos tirar tal cantidad de basura, latas de lubricante, aceite, útiles de mar. En muchas ocasiones la propia naturaleza había reciclado algunas cosas y en otras la propia fauna marina las hacia suyas convirtiéndoles en muchos casos en su hogar.

La verdad es que el fondo marino de dejaba de sorprenderlos cada día y hoy no iba a ser menos, estaba apunto de producirse un encuentro inesperado.

Gastón seguía inspeccionando cuando de pronto al llegar al extremo del espolón, ya a punto de entrar en la zona del puerto vio algo redondeado, cubierto de algas, bamboleándose de un lado al otro siguiendo la corriente marina. Le atrajo porque tenía unos puntos blancos que destacaban en el oscuro de las algas.

¡No podía ser¡, ¡Era el!, el balón del verano del verano del 80, en un principio Gastón dudo de que fuera el, permaneció inmóvil, respirando por la boquilla y mirándolo fijamente, solo había mirado así a las langostas en el caribe en sus nichos de cría de las paredes, siempre pensaba ¿quién observa a quien?, pues ellas también parecían mirarnos como si fuéramos un animal mas , diferentes eso si, de su entorno, se le humedecieron hasta los ojos, a todos nos gustan los reencuentros y este era tan inesperado…., fue como reencontrarse con un viejo amigo que no ves desde hace tiempo, para el, el dia que desapareció en el puerto tras la alegría de ganar, supuso una gran tristeza, pues le habría gustado guardarlo.

Pero si, si era el, el mismo, el balón “retro”, todo el, con sus hexágonos blanco y pentágonos negros, el mismo que un día chuto y les corono como los reyes de ese verano, con el mismo pentágono negro donde todavía se podía leer México 70, entre las conchas que se habían adherido a el.

Gastón de la emoción inhalo aire e inicio el ascenso con el entre sus brazos, jamos imagino ese reencuentro. Arriba en la superficie, Damián ya estaba algo intranquilo pues sabia que le quedaba poco aire para estar ahí abajo, pero enseguida vio las burbujas y aparecer tras ellas a Gastón que como pudo se quito la escafandra y con una gran sonrisa levanto con las dos manos cual trofeo conseguido en algún campeonato, el balón.

-¡Mira Luciano!, Gastón, nunca lo llamaba así salvo caso de estar entre bromas o contento por algo.
-Anda vete por ahí, tu también le expeto Damián
-¡Mira, mira!, mientras no paraba de levantar, mover y exhibir el balón, ¡el balón del verano del 80!.
-Que dices, no puede ser, contesto Damián, se perdió el día que metiste el penalti.
-Ya, ya pero ha vuelto, lo he encontrado, estaba ahí abajo, dios que emoción, pensaban que era basura como todo lo demás, pero no, es el, mira lo que pone aquí en este pentágono negro, México 70.
-Anda pásamelo, le contesto Damián, Gastón se lo lanzo y lo agarro con algo de precaución y cara de asco, pero un vez en sus manos pudo comprobar que si era el, su pasión por el buceo y el mar les había devuelto tan grato recuerdo, que emoción.

Era increíble la cara de alegría que Gastón observaba desde el agua de su amigo Damián, era increíble como un objeto de tan poco valor podía hacer saltar y correr a un tipo tan gordo sobre la cubierta de un barco,.
-¡Ahí esta, dispara Gastón y ………..¡, decía mientras corría por la cubierta
-¡Paro, paro Damián!, decía a la vez que salta desde la cubierta del barco al agua.

Fue tremendo en abrazo ente ambos una vez en el agua, la amistad, su pasión por el mar, el buceo y aquel balón todo unido en ese momento, los dos gritaron a la vez entre carcajadas

-¡Vivan los reyes del verano del 80!.

Desde ese día el balón siempre iba con ellos en sus salidas, ahí presidiendo el cuadro de mandos del puente de su nuevo barco al que llamaron

Verano del 80.