Hoy también me pareció verle.
Han pasado ya más de dos años desde que le busco infructuosamente mientras mis sentidos mantienen la eterna lucha contra las frías aguas de este cantábrico mar.
Se fue despacio, como vivió los últimos años, pausado como sus pinceladas de aguamarina, serio como el color de sus cuadros….así se fue.
Fueron pocas las veces que, junto a él, disfrutara de la brisa que curte al asomarme al azul verdoso de las aguas de Santander, pero las suficientes como para enamorarme de este mar que hoy me priva. No hizo falta, sus diestras manos fueron capaces de plasmar sentimientos y sensaciones que solo un marino podría acuñar. Y sus lienzos de suaves playas, de barcas varadas, de velas al viento me hicieron soñar como solo sueña un niño.
Pasaron los años y el sueño se hizo realidad. Podía ver y tocar todo lo que antes soñara, y sentir esa libertad que se imaginaba en la contemplación de su obra.
Quizás no supe entenderle, tal vez no comprendí su inquietud entonces. Y llegué a perder su contacto, no fue físicamente ya que a diario le veía, pero la distancia entre los dos era tan grande como el mayor de los abismos. Abismos de azul marino, callados, silenciosos, que dolían..
Y seguí hoyando los dominios de Neptuno sin pensar en él. Me acompañaron seres maravillosos de ese mundo submarino, pero seguía sin pensar en él. Recorrí medio mundo, me empaparon las aguas de infinidad de mares, compartí experiencias con extraños, pero me olvidé de él.
Así pasó año tras año y me daba cuenta que los recuerdos en soporte fotográfico de cada una de las inmersiones el los miraba de reojo, con cierta envidia contenida, pero no me decía nada evitando enfrentar las miradas.
Me sentí superior por poderme acercar a un mundo inalcanzable para él y que solo compartía con los que le rodeaban. Pero sus manos pintaban con rabia, dibujando otros mundos a los que yo jamás llegaría. Fue la rutina que me volvió solitario, que me mantuvo en una eterna rivalidad contra su obra y la forma de expresar su pena por no ser reconocido.
Volví a la mar una y otra vez, bailé con delfines, me rodeé de tiburones e increíbles arrecifes de coral. Pero me sentía vacío y quería bajar más y más, buscando tal vez algo que en mi ignorancia no supe ver. Penetré en barcos hundidos, en manantiales que surgían de las entrañas de la tierra. Pude sentir la oscuridad y el frío de las grandes profundidades, y en mi soledad no supe verlo.
Aquel día me dedicó unas pocas palabras:
-Esto no va bien (dijo)
-- Ella te necesita (le respondí)
-Cuídala, yo ya no puedo (sentenció)
Esa noche se fue, sin hacer ruido, en una soledad que me atormentaba cada día, Y decidí buscarle. Con más fuerza aleteaba para bajar más profundo, para llegar más lejos. Levantaba cada piedra, perdía la vista hacia el azul infinito por ver si aparecía. Pero todo fue infructuoso, ya no cruzaremos jamás nuestras miradas, ya no podré enseñarle mis fotos, ni contarle las historias de mis viajes.
Solo quedan los recuerdos de aquellas tardes en la Bahía de Santander esperando ver como descargaban el azúcar moreno que llegaba de Cuba, con la bolsa en la mano para recoger lo que se caía de los sacos y que siempre pensé que era a posta.
Sus acuarelas de papel mojado, el dormir de las olas sobre la dorada arena del Sardinero, algún chicharro en su fuente de barro que cobraba vida con la maestría de sus pinceles…….solo recuerdos.
Te dije que no tenia nada que agradecerte y no era cierto, gracias por elegir a mi madre para serlo, gracias por dejarme claro que fuiste mas valiente que yo, gracias por no pedirme perdón y perdonarme a pesar de todo.
Cuantas veces deseé que estuvieras donde estás ahora pero no era cierto, deseo que estés donde tú querías estar, cerca de tu Dios que para ti existía, cerca de la tierra y el mar que inspiró el color de tus cuadros.
Cuantas veces te odié pero no era cierto, no sabía como quererte y te echaba a ti la culpa, quizá fuesen celos por robar el cariño de mi madre que yo pensaba me pertenecía. Y ahora me la dejas toda para mí y sin tu ayuda no sé si podré quererla como tú lo hacías.
Viviste a tu manera que no es ni mejor ni peor que la de nadie, era solo tu manera.
Amaste a tu manera y se te rompió el corazón por miedo a perder el amor
Me enseñaste sin proponértelo a admirar la belleza de las cosas
Sin ti no hubiera conocido nunca el mar que fue tu gran sueño
Por todo esto te pido perdón, el más sincero que jamás he pedido.
Han pasado ya más de dos años desde que le busco infructuosamente mientras mis sentidos mantienen la eterna lucha contra las frías aguas de este cantábrico mar.
Se fue despacio, como vivió los últimos años, pausado como sus pinceladas de aguamarina, serio como el color de sus cuadros….así se fue.
Fueron pocas las veces que, junto a él, disfrutara de la brisa que curte al asomarme al azul verdoso de las aguas de Santander, pero las suficientes como para enamorarme de este mar que hoy me priva. No hizo falta, sus diestras manos fueron capaces de plasmar sentimientos y sensaciones que solo un marino podría acuñar. Y sus lienzos de suaves playas, de barcas varadas, de velas al viento me hicieron soñar como solo sueña un niño.
Pasaron los años y el sueño se hizo realidad. Podía ver y tocar todo lo que antes soñara, y sentir esa libertad que se imaginaba en la contemplación de su obra.
Quizás no supe entenderle, tal vez no comprendí su inquietud entonces. Y llegué a perder su contacto, no fue físicamente ya que a diario le veía, pero la distancia entre los dos era tan grande como el mayor de los abismos. Abismos de azul marino, callados, silenciosos, que dolían..
Y seguí hoyando los dominios de Neptuno sin pensar en él. Me acompañaron seres maravillosos de ese mundo submarino, pero seguía sin pensar en él. Recorrí medio mundo, me empaparon las aguas de infinidad de mares, compartí experiencias con extraños, pero me olvidé de él.
Así pasó año tras año y me daba cuenta que los recuerdos en soporte fotográfico de cada una de las inmersiones el los miraba de reojo, con cierta envidia contenida, pero no me decía nada evitando enfrentar las miradas.
Me sentí superior por poderme acercar a un mundo inalcanzable para él y que solo compartía con los que le rodeaban. Pero sus manos pintaban con rabia, dibujando otros mundos a los que yo jamás llegaría. Fue la rutina que me volvió solitario, que me mantuvo en una eterna rivalidad contra su obra y la forma de expresar su pena por no ser reconocido.
Volví a la mar una y otra vez, bailé con delfines, me rodeé de tiburones e increíbles arrecifes de coral. Pero me sentía vacío y quería bajar más y más, buscando tal vez algo que en mi ignorancia no supe ver. Penetré en barcos hundidos, en manantiales que surgían de las entrañas de la tierra. Pude sentir la oscuridad y el frío de las grandes profundidades, y en mi soledad no supe verlo.
Aquel día me dedicó unas pocas palabras:
-Esto no va bien (dijo)
-- Ella te necesita (le respondí)
-Cuídala, yo ya no puedo (sentenció)
Esa noche se fue, sin hacer ruido, en una soledad que me atormentaba cada día, Y decidí buscarle. Con más fuerza aleteaba para bajar más profundo, para llegar más lejos. Levantaba cada piedra, perdía la vista hacia el azul infinito por ver si aparecía. Pero todo fue infructuoso, ya no cruzaremos jamás nuestras miradas, ya no podré enseñarle mis fotos, ni contarle las historias de mis viajes.
Solo quedan los recuerdos de aquellas tardes en la Bahía de Santander esperando ver como descargaban el azúcar moreno que llegaba de Cuba, con la bolsa en la mano para recoger lo que se caía de los sacos y que siempre pensé que era a posta.
Sus acuarelas de papel mojado, el dormir de las olas sobre la dorada arena del Sardinero, algún chicharro en su fuente de barro que cobraba vida con la maestría de sus pinceles…….solo recuerdos.
Te dije que no tenia nada que agradecerte y no era cierto, gracias por elegir a mi madre para serlo, gracias por dejarme claro que fuiste mas valiente que yo, gracias por no pedirme perdón y perdonarme a pesar de todo.
Cuantas veces deseé que estuvieras donde estás ahora pero no era cierto, deseo que estés donde tú querías estar, cerca de tu Dios que para ti existía, cerca de la tierra y el mar que inspiró el color de tus cuadros.
Cuantas veces te odié pero no era cierto, no sabía como quererte y te echaba a ti la culpa, quizá fuesen celos por robar el cariño de mi madre que yo pensaba me pertenecía. Y ahora me la dejas toda para mí y sin tu ayuda no sé si podré quererla como tú lo hacías.
Viviste a tu manera que no es ni mejor ni peor que la de nadie, era solo tu manera.
Amaste a tu manera y se te rompió el corazón por miedo a perder el amor
Me enseñaste sin proponértelo a admirar la belleza de las cosas
Sin ti no hubiera conocido nunca el mar que fue tu gran sueño
Por todo esto te pido perdón, el más sincero que jamás he pedido.