miércoles, 3 de junio de 2009

26. UN SUEÑO.

Casi siempre me pasa lo mismo, llego al centro y me asignan como compañero a un OWD. Ya se que la culpa es mía, por ir solo y por tener el Rescue Diver. Pero tiene sus ventajas y es la amistad que vas cogiendo a diferentes personas a las que esperas encontrar en las siguientes inmersiones. Lo del Rescue Diver ha resultado ser una inversión bien hecha ya que te da la tranquilidad de tener unos conocimientos suficientes para que puedas bucear con muchas personas y poder responder a cualquier necesidad. Pero que pasa cuando en una de estas inmersiones te encuentras de cara con otro compañero de buceo de 18 metros en forma de pez, que se va acercando hasta que su enorme ojo te escudriña intentando descifrar si serás un elemento amigo o enemigo, si tu reacción será de susto o por el contrario te dejarás llevar por la empatía hacia estos seres perseguidos y maltratados y procurarás comunicarte, aunque el lenguaje sea inexistente por motivos obvios.

Estando, pues junto a la pared que desciende de los 15 hasta los 30 metros mirando nudibranquios, me giro hacia mi querido compañero asignado, que por casualidad es el OWD de siempre después de superar el AOW en espera de ver que sigue mis pasos y con el objetivo de mostrarle una Flavelina, la tranquilidad que le caracteriza cambia de pronto por unos movimientos nunca pactados, como si le hubiera picado una tembladera y queriendo indicarme con el dedo, que parece un dardo por lo rápido que lo mueve, algo que tengo detrás de mi. Ante tal insistencia y al verle poco interesado por mi hallazgo me giro y ……..

Me encuentro un enorme ojo frente a mi máscara, moviéndolo de arriba abajo. Como que no me puedo mover, no tan solo por la impresión sino por estar entre la pared y esta ballena de enorme envergadura, decido aplicar el método aprendido en los reportajes de Cousteau y empiezo a acariciar la parte superior del ojo como si fuera un gato, siendo la única parte de su cuerpo que puedo tocar ya que no llego a otro sitio.

Que hago?... Que pienso?...Por mi cabeza pasan rápidamente imágenes de estas criaturas, con sus movimientos suaves, sus cantos. Sus cantos!, pero que me está diciendo la ballena, me está diciendo algo.

Será mi imaginación?, será la narcosis?, que me está pasando?... Me está diciendo que la ayude? Como puede ser que entienda estos cánticos si ni el mismísimo Cousteau los descifró.

En mi postura, inclinado alrededor del ojo de la ballena y estando aún acariciándola descifro que lo que me está diciendo es que tiene a su ballenato atrapado en una red en el fondo de la pared, a 30 metros. Por un momento desconecto de lo que me está pasando; miro a mi compañero, lo veo inmóvil detrás de mi; miro su presión y la mia, aún nos quedan 150b; miro el tiempo transcurrido y la profundidad en el ordenador, 10 minutos y 18 metros y como quién lo ha hecho toda la vida le digo a la ballena que no se preocupe, que la vamos a ayudar. Dicho y hecho, al momento se aparta con una suavidad increíble y la seguimos en el descenso. Mi compañero no sale del asombro, hace tan solo unos segundos estábamos atrapados por un enorme animal y justo cuando nos deja libres la seguimos hasta el fondo.

Al llegar se entabla un diálogo entre madre e hijo, supongo que en un dialecto ya que no es el mismo sonido emitido anteriormente por la madre, el cual entendía perfectamente.

Pasados unos segundos y con unos sonidos más fuertes, como si la madre dejase por zanjada la discusión con su atemorizado hijo, se gira hacia nosotros y me “dice” que procedamos ya que el ballenato también está de acuerdo.

Nos enzarzamos en ir cortando trozos de red lo más rápidamente posible ya que la profundidad nos está haciendo bajar el tiempo de inmersión sin descompresión no sin antes prestar mucha atención en nuestra tarea ya que cualquier error con el cuchillo podríamos dañar al ballenato. Con grandes esfuerzos abrimos un agujero lo suficientemente grande para que pueda salir y sin mediar “palabra” suben los dos como unos cohetes hacia la superficie. Pienso, mira que llegan a ser desagradecidos, no nos dan ni las gracias. Empezamos nuestro ascenso controlado hasta 5 metros para hacer la parada, nos agarramos al cabo de la barca y antes de acabar los 3 minutos notamos un movimiento en el agua inusual, de pronto volvemos a estar rodeados por la madre y el hijo, que aunque pequeño, al verlo en su totalidad mide mas de 8 metros.

La madre, con su lenguaje, me hace saber de la necesidad que tenían de subir a superficie a respirar ya que llevaban mas de 10 minutos en apnea y que en ningún momento me hubieran dejado sin despedirse.

De pronto noto en mi boca algo extraño, como si me ahogara. Claro, estoy a 0 de presión, suerte que mi compañero, el AOW aún le quedan 10b., suficientes para subir los dos ya que la parada, sin darnos cuenta, ha durado el triple.

Cuando estoy en superficie veo que los compañeros de la barca me hacen gestos, casi los mismos que mi compañero al ver la ballena, y dan gritos diciendo que saliéramos rápidamente del agua ya que han visto algo muy grande que no han podido identificar.

Pienso que nadie se a creer lo sucedido y conmino a mi compañero que guarde silencio hasta una próxima inmersión. Pongo la cabeza dentro del agua y me despido de la ballena pidiéndole que vuelva al día siguiente al mismo sitio y a la misma hora ( como si tuviera reloj).

Ya en tierra y meditando lo sucedido solicito de mi compañero que me pellizque ya que la situación vivida es más que surrealista. Por si acaso quedamos para el día siguiente en hacer la misma inmersión.

A las 9 en punto ya estoy en el centro y casi sin mediar palabra con nadie monto mi equipo y me visto, ansioso de entrar en el agua. Mi compañero no tarda en llegar, le veo alegre, con una sonrisa especial, como de cómplice de algo que no se atreve a comentar.

Nos miramos y casi como me sucedió con la ballena parece que nos estemos diciendo lo que vamos a ver sin pronunciar palabra.

Insistimos en que queremos ir al mismo punto de inmersión que el día anterior, lo logramos gracias a que los otros buzos no son los mismos, no sin las reticencias del Dive Master ya que procura ir cambiando de lugar para no cansar a los buzos.

Son las 10, la misma hora que el día anterior tuvimos el encuentro, nos lanzamos al agua los primeros, ansiosos de que nadie nos espante a nuestros nuevos “amigos”. Nos quedamos inmóviles a 18 metros, practicando la flotabilidad neutra, aunque parezca extraño no buscamos nudibranquios, no escudriñamos los agujeros de la roca en busca de pulpos, tampoco nos fijamos con el gracioso baile del “Tres colas”, nuestra mente y vista está dirigida al azul……Pasan los minutos, pero a esta profundidad podemos estar más de una hora, así que seguimos esperando hasta que de pronto todo se oscurece, como si se hubiera nublado y justo encima tenemos a la feliz familia, que con grandes círculos desciende hasta nuestra posición.

Vuelve a suceder lo mismo, pero esta vez se acercan los dos como esperando una caricia para empezar a entablar conversación, y así sucede. La madre me comenta que tienen que salvar muchos peligros para poder sobrevivir, primero la búsqueda de la escasa comida para tan gran tamaño, después las odiosas redes que están a la deriva y ahora que se acerca el verano tener que sortear la gran cantidad de barcos que circulan. A veces les gustaría ser peces en lugar de mamíferos para no tener que subir a superficie, que es donde se ven más amenazados por unos seres teóricamente más superiores e inteligentes que ellos y que a la vista de cómo estamos tratando a las especies marinas y al mar duda de que seamos más inteligentes. Van pasando los minutos y por suerte el otro grupo de la barca se ha dirigido en sentido contrario aconsejado por nosotros de que en la entrada de una cavidad hemos visto a los preciosos Hipocampus, especie difícil de localizar debido a que se camuflan entre las algas y Posidonias.

En aquel momento mi intención es llegar a averiguar el motivo y el tiempo que podremos disfrutar de aquellos encuentros ya que el fin de semana ya está aquí y no podré volver a sumergirme hasta dentro de seis días. Como le explico yo a una ballena si podremos vernos otra vez dentro de seis días?. Como mide este tiempo?. Como le hago entender que mi intención es ayudarles en todo lo que pueda y que esta ayuda no se cual es y que mis posibilidades están limitadas?. Llegará a pensar que le estoy engañando?. Creo que no, ya que nuestra comunicación al no ser verbal, al ser de puro sentimiento no está ni mal interpretada ni esconde mentiras.

Mientras volvemos al centro me asalta una duda y es; mi compañero experimenta lo mismo que yo?, o por el contrario solo se siente fascinado por el encuentro?.

Decido averiguarlo no sin antes sopesar convenientemente con que palabras le diré que mantengo una “conversación”. Teniendo en cuenta que solo somos compañeros de buceo y que nuestra relación no va más allá, o sea que no nos conocemos ni de la escuela, ni del trabajo, y tampoco hemos comido juntos en nuestras respectivas casas, con lo cual de nuestros sentimientos, cultura, atracción por lo divino, por lo esotérico o sobrenatural no lo conocemos. Me arriesgo y le pregunto si en estas últimas inmersiones con las ballenas ha oído algún sonido. La respuesta es rápida y tajante: Suerte que me lo has dicho, en la primera inmersión solo escuchaba el ruido típico de las ballenas, pero en la segunda me pensaba que me había vuelto loco ya que “no-se-quién” decía que era difícil encontrar comida y que tenia problemas con las redes a la deriva, también que pasaban muchos barcos.

Le tranquilicé al comentarle que yo también lo había oído y además que entre las ballenas y yo, no se como pero, hemos podido establecer una comunicación. Quedamos para la semana siguiente, a la misma hora y en el mismo sitio, ilusionados los dos al entender que somos unos privilegiados al ser “elegidos” por las ballenas para poder tender un lazo de unión entre dos especies de mamíferos que viven en dos medios diferentes y ayudarnos mutuamente.

Durante la semana y en horas libres me dedico a buscar entre los libros de especies marinas para localizar a nuestra “amiga” y entre tantas, eliminando las que están en otros mares y por el tamaño deduzco que hemos entablado contacto con un Rorcual común, o sea un Balaenoptera Physalus.

Me despierto de la siesta en el sofá de mi casa entre libros, fotos y el periódico en mis manos abierto en la página donde sale la noticia de que durante dos semanas se han visto ballenas a pocas millas de la costa y que de la misma manera que han venido, han desaparecido.

Que bonito que esto me haya sucedido a mi, …o ha sido un sueño?