miércoles, 3 de junio de 2009

28. BUCEO EN EL ESCORIAL DEL PARQUE NACIONAL LANÍN–ARGENTINA.

El día 16 de diciembre, amaneció despejado en la ciudad de San Martín de los Andes, Provincia del Neuquén. Somos en total cuatro amigos que nos une el buceo y nos dirigimos a realizar una inmersión a la zona del Escorial del Lago Epulafquen, uno de los tantos lagos que se ubican en el corazón del Parque Nacional Lanín, en la Cordillera de los Andes, de la patagonia Argentina. Todos estos lagos son de origen glaciario, las aguas son frías y muy cristalinas. Epulafquen significa dos lagos en lengua Mapuche (aborígenes que viven actualmente en esta zona) y se conecta con otros dos grandes lagos: el Huechulafquen y el Paimún, formando una de las cuencas protegidas más importantes del parque y uno de los mejores pesqueros de salmónidos del mundo!!!.
Es verano, un día radiante de sol y el lago totalmente planchado . . . Después de hacer 90 kms., por camino de montaña y luego de 30 minutos de lancha, arribamos a destino.¡Hace tiempo que le teníamos ganas, ya que el lugar se encuentra alejado, y mejores condiciones no podía haber!.
El Escorial se originó por la erupción de un pequeño volcán, el Achén Ñiyeu (lugar que estuvo caliente), cercano al cerro Huanquihue .
De acuerdo a la datación que mandamos a hacer de restos de troncos quemados y muy bien conservados por la baja temperatura del agua de la Laguna Verde, que se formó por el endicamiento que produjo el Escorial, este volcancito habría hecho erupción hace aproximadamente unos 450 años, lo cual demuestra la actividad que todavía existe en la región.- Testimonio de ello, son los pozos de aguas termales y la línea de fuego de los volcanes: el Lanín, el Quetrupillán y el activo volcán Villarrica; estos dos últimos ubicados en Chile.
Mientras navegábamos y de sólo imaginar el espectáculo que debe haber originado, el ingreso de la lava incandescente a 1.000 grados en las frías aguas del Epulafquen, nos crea más expectativas de lo que íbamos a ver durante el buceo.
Para los que no lo han visto nunca, ni siquiera en fotos, el escorial ingresa a las azules aguas del lago como los dedos de una mano negra, formando grietas y pequeñas cavernas que estábamos ansiosos de conocer.
Amarramos la lancha cuidando de no dañar el casco, ni dañar los trajes contra las abrasivas rocas del escorial.
Ni bien nos sumergimos, un mundo desconocido se abre ante nuestros ojos, con una visibilidad de unos 20 metros, se logran diferenciar muy bien los irregulares contornos de las distintas coladas de escoria volcánica, que caen abruptamente más de 40 metros, hasta donde comienza el lecho arenoso del lago.
En la mayoría de estos lagos, lo más lindo esta en los diez primeros metros, donde todavía hay buena luz, algas, cangrejos, langostas de agua dulce, alevinos de truchas y mejillones.
Una trucha arco iris de gran tamaño nos hace de escolta, como si fuera nuestra guía de turismo. Curiosa, nos acompaña durante casi todo el trayecto manteniendo, por supuesto, una distancia prudencial, ante estos nuevos visitantes desconocidos en su ambiente . . . claro está que es un Parque Nacional y la caza submarina está prohibida, pero como lo que abunda no daña, los que deseen venir a conocer este paraíso geológico subacuático, deben tenerlo presente.
Cuando logras estabilizarte en la profundidad de buceo, compensas bien, el traje y el lastre ya no molestan, te adaptas a ese medio, realizando maniobras en forma pausada y automáticamente, casi sin pensarlo empiezas a disfrutar una experiencia inolvidable.
Entre grietas, pequeñas cavidades se escapan y esconden truchas y percas, todas de buen tamaño. Seguimos algunas tanzas de nylon perdidas por los pescadores entre las rocas, porque sabemos que nos conducen a algún señuelo de pesca enganchado, uno de los trofeos más abundantes que colecciono.- Este es uno de los lugares preferidos por los pescadores deportivos.
Uno de mis compañeros, linterna en mano, ingresa a un alero. Las burbujas de aire que larga, atraviesan en su ascenso las gruesas y porosas rocas del escorial, que como un tamiz las convierte en diminutas. Nos encontramos a 17 metros, aquí ya se empieza a poner bastante frío y tenebroso. Una trucha marrón, se pierde entre las sombras de la profundidad.
Repentinamente me encuentro entre dos paredes de escoria, que como si fueran columnas se elevan hasta la superficie dando un aspecto extraño, como la de una ciudad en ruinas.
Miro hacia arriba y se recorta sobre la superficie la silueta de la lancha. El manómetro indica que hay que salir.- Nos hacemos las señas... de que nos quedamos con ganas de volver.

FIN