lunes, 16 de noviembre de 2009

85. AL OTRO LADO DEL ESPEJO.

Algunos ya saben, muy pocos quizá, que existe otra dimensión junto a la nuestra, donde la magia es posible y es real. Donde podemos deslizarnos suavemente como Campanilla y Peter en un interminable vuelo ligero y suave hacia donde nos plazca ir, ya sea sobrevolando montañas o haciendo vuelos rasantes sobre la hierba verde y alta, o sobre la arena de la playa. Porque en esta dimensión no hay arriba ni abajo y la infinidad de los maravillosos colores aparecen, cambian y desaparecen con la luz a su capricho. Tampoco hay horizonte en esta dimensión, pero el infinito es mayor que nuestro infinito conocido.
En este lugar todo parece calmado y en paz, incluso la vida y la muerte coexisten con tal naturalidad que no parece haber ni miedo, ni dolor, y el tiempo parece no existir, o al menos da la sensación de que transcurre mucho más despacio de lo normal. Allí todo es vida y la vida lo es todo, y todo está vivo, incluso las rocas, que no son inertes como en nuestro mundo conocido, sino que están hechas de vida misma. En cada milímetro respira un ser vivo, a veces minúsculo, a veces tan enorme que aparece casi invisible ante nuestros ojos porque no alcanzamos a reconocer su gigantesco tamaño.
Claro que para poder ver en ese mágico mundo no es posible hacerlo con nuestros ojos humanos y normales. Para ello es necesario, preciso, imprescindible e incluso muy recomendable, utilizar las gafas mágicas de visión tridimensional espectral y procurar adquirir rápidamente la habilidad de mantener la justa presión entre nuestros ojos y sus mágicos cristales. De otro modo no seríamos capaces de distinguir a ninguno de los duendecillos y espíritus que habitan tan increíble y maravilloso lugar. Ni sus brillantes colores ni sus gestos simpáticos y graciosos. Tampoco podríamos distinguir sus interminables correteos, sus espectaculares cabriolas y las infatigables carreras que hacen unos con otros.

A diferencia de los seres de nuestra dimensión, éstos no hacen ruidos molestos ni discuten por cualquier tontería, y el sonido que te envuelve en su mundo, que no se sabe muy bien por dónde viene, suena como chisporroteos de palomitas dentro de los oídos. Esto también es muy importante y no hay que olvidarlo, pues hay que procurar siempre tener los oídos bien cuidados para estar en esta dimensión, por si alguna vez tienes la increíble suerte de toparte con alguno de los espíritus del mar, ya que éstos saben cantar bellas canciones que pueden oírse desde muy lejos y que suenan maravillosamente. Aunque la mayoría de los seres mágicos que habitan en esta dimensión no saben cantar, y si saben disimulan muy bien, pero casi todos saben volar estupendamente.

La mayoría de las veces van en grupos más o menos numerosos. Vuelan graciosos y en formación con tal precisión que pareciera que fueran a chocar unos con otros, pero eso nunca ocurre, nunca, como lo hacen nuestros pájaros conocidos. Estos seres, a diferencia de los pájaros, suelen ser muy curiosos y no dudan en rodearte por todos lados para observarte muy cerca y desde todos los ángulos posibles, y así poder opinar sobre nosotros con gran criterio. Alguna vez puedes verles de uno en uno. Muy altaneros y orgullosos de ser especiales y mágicos. En estas ocasiones suelen mirarte fijamente a los ojos y puedes sentir cómo te psicoanalizan y pueden mirar tu interior y, si te descuidas, pueden llegar a hipnotizarte y hacer contigo lo que quieran, como por ejemplo hacer que vayas tras ellos durante un tiempo, el justo hasta que se cansan de ti, o simplemente se divierten contigo jugando al escondite, haciendo que te pierdas en su mundo y no encuentres el camino de vuelta a tu casa. Aunque afortunadamente los efectos de su magia duran poco tiempo, ¡menos mal!, porque si no estaríamos siempre perdidos y correríamos un serio peligro ya que, lamentablemente, solo se puede acceder a esta mágica dimensión por un limitado espacio de tiempo.
Son las cosas que tienen los mundos de las hadas y los duendes, son sus reglas. Como el aire mágico de su mundo que, solo es respirable por ellos mismos y que es demasiado denso para un ser humano corriente, por lo que los primeros hombres que supieron de la existencia de un mundo tan especial y fascinante se sirvieron de un conjuro para guardar el aroma de los bosques y los valles dentro de una vasija y llevarla consigo todo el tiempo que dura el vuelo, y para así poder recordar de dónde venían en cada momento y salir de la hipnosis. Esta operación es, probablemente la más delicada, y hay que hacerla muy poco a poco, esperando con paciencia y olvidándose las prisas antes de cruzar a este lado, a nuestro mundo de gravedad, para no retener mas que las maravillosas sensaciones experimentadas que, una vez vividas, nunca podrán ser olvidadas. Si haces todo esto bien, no tienes nada que temer, al contrario, sentirás la vida de un modo diferente y especial. Con la seguridad de haber formado parte de un universo más grande y puro, y sentirás un profundo respeto por todos y cada uno de los seres que te rodean. Serás más humano.
Si alguna vez encuentras el camino hacia esta maravillosa dimensión, cruzando al otro lado del espejo, siempre querrás volver.