lunes, 23 de noviembre de 2009

93. UN NUEVO MUNDO.

Aquel verano del 2001 fue fantástico para mí, acababa de terminar la universidad, y me disponía a tomar unas buenas vacaciones, mi idea era ir con mis amigos a la montaña, pero Marcelo Cienfuegos nos comentó que tenía una cabaña a orillas del mar, propiedad de un tío, a disposición suya duramente todo un mes, la noticia nos hizo cambiar de planes y preparar nuestros equipajes con dirección a la playa.
El grupo lo completaba Juan Martínez y Pedro Astudillo, los cuatro tomamos el ferrocarril con dirección a “Playa Grande”, distante doscientos kilómetros de nuestra ciudad “San Canto”, el viaje fue acompañado por un par de cervezas, que compramos antes de abordar el tren. El convoy se detuvo en tres pequeños pueblos antes de llegar a “Playa Grande”, allí pudimos comprar alimentos para comer durante el trayecto que faltaba completar.
Al llegar a orillas del mar, las nubes opacaban el azul de las aguas, un viento fresco nos hizo abrigarnos más de la cuenta, el día comenzaba a terminar, sólo se divisaba en el agua a un grupo de surfistas que luchaban contra las enormes olas. Nosotros decidimos dirigirnos a la cabaña para comenzar las anheladas vacaciones.
“La comadreja” era el nombre del local nocturno donde fuimos aquella noche, había una banda de rock tocando un tema de “The Beatles”, nos sentamos frente a los músicos y pedimos una corrida de cervezas, Pedro Astudillo se encontró con un viejo amigo del colegio, él cual andaba acompañado por unos primos, todo el grupo fue recibido gratamente en nuestra mesa. El camarada de Pedro Astudillo se llamaba Roberto Astorga, este muchacho nos contó que tenía una sociedad con sus primos, los cuales se dedicaban a la venta y arriendo de equipos de buceo, además de impartir clases a los veraneantes.
La idea de bucear prendió fuertemente en nuestro grupo, todavía más aún con las anécdotas que nos contaban los primos Astorga, todo quedó planteado para el día siguiente, saldría el grupo completo a conocer las bellezas de las profundidades del océano. A mí me producía un poco de temor el adentrarme en las aguas, ya que había visto en mi niñez muchos ataques de tiburones en la televisión, lo cual fue descartado por Roberto Astorga, él me dijo que aquellos animales, rara vez se encontraban en esta zona, por lo tanto no debía tener miedo.
Al llegar al negocio de los primos Astorga, fuimos recibidos de muy buena manera por los locatarios, los cuales nos proporcionaron unos trajes de color negro llamados “Escafandras”, ideales para adentrarse en las aguas de baja temperatura, nos dificultó al principio ponernos esos buzos, ya que se adherían fuertemente a la piel, pero en un par de minutos quedábamos todos listos para entrar al mar.
Roberto Astorga dirigió la expedición de iniciación en el buceo, nosotros estábamos un poco nerviosos, por lo tanto nos fuimos adentrando al mar lentamente, uno al lado del otro. El líder del grupo nos pidió que nos lanzáramos al agua y sumergiéramos la cabeza, para luego empezar a nadar sobre las aguas, de esta manera podríamos ver el interior marino. Mis compañeros fueron realizando lo que Roberto Astorga les había señalado, pero a mí el temor todavía me consumía, luego de un par de minutos de ver la felicidad de mis amigos, tomé aire y me arrojé al agua, lo que vi desde el principio fue muy maravilloso, algo nunca antes visto por mis ojos, ni siquiera lo que pude ver en televisión se acercaba a la realidad, esto lo superaba con creces.
Estuvimos casi una hora disfrutando de las bondades del océano, mirando peces de mil colores, distintos tipos de corales y mariscos incrustados en rocas, cantidades enormes de estrellas marinas, entre otras bellezas de las profundidades. Todos aprobamos satisfactoriamente el primer nivel del curso, lo cual nos dejó más que satisfechos a mí y a mis compañeros de vacaciones. Esta experiencia nueva en la vida me incitó a reflexionar, lo pequeño que podemos ser y lo inmensa que es la tierra, las cosas que podemos descubrir cada día, en este nuevo mundo que conocí hoy.


FIN