Desde que era joven, los padres de Aleera le habían contado cuentos crueles acerca de los buzos para intentar asustarla y mantenerla alejada de ellos.
-Hace mucho mucho tiempo, había una ballena llamada windy. Windy perdió a sus padres siendo muy joven, así que fue criada por el resto de la manada. Windy comió y creció hasta hacerse la ballena mas fuerte y grande de todas. Pero a pesar de su tamaño, siempre se comportaba bien con el resto de los animales, siempre amable, siempre intentando ayudar en lo que podía. Logicamente Windy acabó siendo la lider de su manada, la cual llegó a ser la manada mas numerosa y feliz de todo el oceano. Hasta que un aciago día llegaron unos cuantos buzos armados con arpones y empezaron a matar animales por puro placer. Windy intentó ayudarles pero no pudo hacer nada y también acabo muerta.
-Por eso, Aleera te dijo que no debes acercarte a esos buzos, siempre van con malas ideas.
-De acuerdo mama, no lo haré.
Aleera siempre había oido este tipo de cuentos en contra de ellos, pero nunca se los había creido, siempre miraba a los buzos desde la distancia. Siempre oculta, para que ellos no tuvieran ni la más minima idea de que eran vigilados. La verdad es que Aleera hacía mucho mas que vigilarlos. Estaba obsesionada con ellos. Siempre se mantenía a una distancia razonable, aunque a veces la tentación era tan grande que se acercaba demasiado a ellos a pesar de que sus padres se lo habían prohibido numerosas veces. Aleera pensaba que no podía ser tan malo unas personas que ponían tanto esfuerzo para adentrarse en un medio que no era el suyo, los riesgos que los buzos corrían para descubrir las maravillas del oceano.
Aleera también disfrutaba recorriendo las profundidades del océano, pero en su caso no era tan peligroso, pues siendo una sirena, bucear era tan fácil como respirar debajo del mar. Mover su cola y recorrer su profundidad.
Simpre que se alejaba de su familia, su madre le reñía una y otra vez, pero Aleera siempre conseguía escabullirse. Le gustaba conocer los secretos marinos, los arrecifes, los barcos hundidos...
Cuando era pequeña, le asustaban los grandes animales, pero poco a poco fue descubriendo que ninguno les herían. Su tribu le explicó como sus lejanos antepasados habían hecho un fuerte sortilegio para asegurar su supremacía.
Cuando Aleera cumplió los 10 años, se atrevió a visitar por si misma a su primer tiburón. Se escabulló de su ribu y se puso a recorrer por el océano, notaba la libertad con el agua moviendo sus largos cabellos, vio un par de tiburones y decidió acercarse a uno de ellos. El tiburón notó su presencia pero no huyó de ella, e incluso dejó que Aleera se acercara a él y lo acariciara sin miedo. Todos los animales aceptaban a las sirenas como sus superiores, todos excepto uno, el animal más grande y peligroso de todos. El único animal capaz de asustarlas.
Unos años más tarde Aleera empezó a obsesionarse con los buzos. No erán como el resto de animales, eran libres y libremente deseaban llegar hasta el océano para mirar para disfrutar de sus misterios.
Aleera no entendía porque el resto de las sirenas se comportaban de modo tan extraño. Eran libres, podía recorrer todo el océano si les venía en gana, pero en vez de ello se pasaban el día escondidas, sin llamar la atención por miedo a que las descubrieran los habitantes de la tierra. Aleera no soportaba más estar siempre escondida teniendo la inmensidad del océano a su alrededor, así que un día decidió abandonarlo todo para explorarlo todo. Tenía miedo de perderse y no volver a ver a su familia pero no soportaba más ese confinamiento.
Pasó dias, semanas buceando libremente por lo más profundo del océano y entonces decidió hacer lo que nunca había hecho nadie de su familiá, puso dirección a aguas menos profundas en busca de los habitantes de la tierra. Entonces vió un extraño movimiento en un buque hundido y decidió acercarse. Era uno de ellos, un buzo. El corazón de Aleera dió un brinco, tal vez por fín podría ver a uno de cerca por sus propios ojos... pero algo andaba mal, Aleera sabía que los habitantes del mar no eran como ella y se movían de forma diferente, pero los movimientos del buzo eran demasiado raros, agonizantes, se dió cuenta de que se estaba muriendo. Estaba atrapado sin poder salir de allí.
No tuvo ni un instante de duda, tenía que ayudarle, por los ojos que puso el buzo al verla, supo sin duda que él estaba pensando que tenía un a alucinación. Un minuto después Aleera ya lo había sacado de allí y lo dejo semi inconsciente en la superficie cerca del barco y volvió a sumergirse, pues no quería que nadie más la viera.
Aleera quería conocer a aquel buzo, así que se escondió cerca del barco hundido durante unos días pensando que el buzo volvería para verla y darle las gracias. Efectivamente, al cabo de unos días el mismo buzo volvió al buque, Aleera decidió ir hasta él para conocerlo de cerca, sabía que podía ser peligroso, pero quería verlo de cerca. Lentamente se acercó a él. El buzo la vió y con movimientos suaves sacó un extraño aparato, ¿qué sería eso? Tal vez realmente fuera peligroso tal como decía su tribu. Repentinamente el aparato lanzó unos fogonazos de luz. Unas luces cegadoras asustaron a Aleera más de lo que nunca se había asustado y huyó rápidamente. El buzo trató de perseguirla, pero Aleera era mucho más rápida.
Dos días habían pasado y Aleera se dió cuenta de que los fogonazos de luz no le habían producido ningún daño, tal vez el buzo no había querido herirla, tal vez le quería enseñar las herramientas que ellos usaban o tal vez dar fogonazos era la forma en la que los habitantes de la tierra daban las gracias... Así que decidió darle una nueva oportunidad y pusó nuevamente rumbo al barco hundido una vez más, aunque esta vez mucho mas lenta y cuidadosamente.
Algo estaba mal, había demasiado movimiento en aquella area... Aleera se mantuvo alejaba. ¿Qué hacían tantos barcos en la superficie? ¿Habían ido a verla a ella? ¿Tenían tanta curiosidad por conocerla como tenía ella? ¿Entonces por qué llevaban armas? ¿Por qué llevaban los objetos con los que capturaban al resto de animales? Aleera temió que intentaran capturarla, su tribu tenía razón, no debía haberse acercado a ellos. Así que empezó a huir de ellos.
Acababa de salir de esa zona cuando descrubrió que la estaban siguiendo, eran un par de buzos pero no eran lentos como el resto, tenían algo que los hacían tan rápidos o incluso un poco más que Aleera y estos también tenían herramientas capturadoras. Aleera temió lo peor. Puso a bucear todo lo rápido que podía pero ellos iban ganando terreno poco a poco. Aleera estaba desesperada, se estaba cansando y ellos empezaban a sacar sus herramientas.
Entonces Aleera se dió cuenta de que reconcía esa holor, sabía que él estaba cerca. Entonces ideó un arriesgado plan, se dirigió hacia la criatura a la que ninguna sirena se atrevia a seguir desde sus antepasados. Aleera se sorprendió de que los habitantes de la tierra no tuvieran miedo, ¿acaso no podían oler la muerte a su alrededor? Unos segundos mas tarde unos gigantescos tentáculos trataron de atraparla, pero Aleera era agil como nadie. Y consiguió evitarlos. Los buzos no corrieron tanta suerte. En cualquier otra ocasión el kraken hubiera perseguido y acabado con Aleera, pero hoy estaba demasiado ocupado con sus presas de extraña especie para hacerle caso.
Aleera, muerta de miedo salió de allí tan rapidamente como pudo y se pasó semanas buscando a su tribu para pedirles perdón y volver a ser parte de ella y aunqué siguió explorando las profundidades del océano, nunca volvió a acercarse a los hijos de la tierra.
lunes, 23 de noviembre de 2009
86. ALEERA.
buceo inmersiones azul mar
Primera edición,
RELATO