lunes, 23 de noviembre de 2009

87. NARCOSIS YO...

Prepárate rápido que en cuanto lleguemos saltamos, hay que bajar los primeros si no queremos encontrarnos con el interior turbio...
Tú baja tranquilo, detrás de mi, respira despacio y controla el aire que te queda.
Atento al tiempo que tienes antes de entrar en deco... ten en cuenta que puede aparecer narcosis... por lo demás, tranquilo que yo me encargo.
“Por lo demás”, qué es lo demás, ¿acaso va aletear por mi?
En fin no pasa nada, mi compañero es un instructor con mucha experiencia, gran conocedor de la zona y yo voy bien.

Llegamos y casi sin parar el barco saltamos al agua, nadamos por superficie hasta llegar a la pared... ¿ estas bien?, pues venga, para abajo...
El descenso es pegados a la roca hasta los –18 mts, luego entramos en una pequeña cueva que baja hasta los –25 mts, esta totalmente negra, solo se ve lo que iluminan nuestros focos.
De momento todo va bien, estoy tranquilo, voy bien de consumo y no noto nada raro, además yo he bajado alguna vez hasta los – 33 mts y no he tenido problemas de narcosis.
Miro a mi compañero y me hace señas de descenso, descenso a dónde me pregunto.
Al fondo de la cueva en un recoveco aparece un estrecho paso que desciende fuertemente... no doy a basto, compensar oídos, inflar chaleco, mirar el ordenador... cada vez respiro mas agitado y seguimos bajando sin que aparezca el final del túnel...
Estamos a –38 mts y seguimos bajando, sigo respirando de manera incontrolada.
Intento dominar todo, nos acercamos más a tiempos de deco, el aire baja muy rápido, no se si es buena idea seguir bajando... paro unos segundos, intento coger el ritmo respiratorio, miro todos los instrumentos y pienso, si yo entro en deco mi compañero también, no será la primera vez, si ha decidido bajar conmigo hasta aquí será por que lo tiene controlado, de todas maneras no puedo darme la vuelta no hay sitio para girar... pasado ese instante, breve pero suficiente para centrarme nuevamente, continuo el descenso.
Sigo sin ver la salida y estamos a – 45 mts, esto no se acaba nunca y supera todo lo que yo esperaba, pero de narcosis nada.
Por fin tras girar ligeramente veo la salida, ya esta, ya esta... ya estamos a – 50 mts.
El agua esta muy fría y turbia, la visibilidad apenas llega a los dos metros, allí no hay nada, ni un solo pez, la respiración es muy agitada y parece que el aire fuera espeso, pero de narcosis nada...
Tenía que pasar, entramos en deco, me quedan 100 bares y mi compañero me dice que tranquilo que todo va bien, me ilumina con su potente foco un pequeño arco justo delante de mi, me acerco y veo una langosta enorme con sus grandes antenas moviéndose frente a mi...
Controlo mi emoción, miro mi ordenador y le indico que estoy con una parada de 5 minutos, que tengo media botella.
Él me pregunta si estoy “ok” y le digo que si, al fin y al cabo tengo todo controlado y de narcosis nada.
Me hace señas para que me gire y allí estaba, era un bogavante gigantesco, mediría mas de un metro, tenia unas enormes pinzas que intentaban cogerme, sus grandes ojos del tamaño de pelotas de golf me miraban fijamente siguiéndome en cada uno de mis movimientos y salía de su agujero rápidamente para pinzarme, pero yo con la enorme rapidez y agilidad que se tiene a más de 50 metros de profundidad lo esquivaba mientras sonreía a mi compañero y le decía ok, ok, ok... todo eso sin dejar de controlar los instrumentos... y de narcosis, nada.
Noté como me cogían del brazo y me giré pensando, no puede ser el bicho ese, lo tengo delante.
Era mi compañero que me decía que se acabó, que había que subir, me señalaba el ordenador y el manómetro.
Yo asentía y le decía tranquilo que estoy “ok”, si tu dices que subimos, subimos pero estoy bien, controlo, y de narcosis nada...
Empezamos el ascenso por una pared a nuestra derecha, nada mas subir 10 metros el agua empezó a limpiarse, la temperatura subió y aparecían los primeros peces, después una inmensa pared de gorgonias.
De camino a la superficie hicimos varias paradas a distinta profundidad y mi compañero me señalaba como el ordenador cambiaba la duración y la profundidad de las paradas.
Ya a – 10 mts tirando de brújula nadamos lentamente hasta una zona de rocas llena de vida donde estuvimos todo el tiempo necesario para que la deco desapareciera, ahí la respiración era tranquila y el aire parecía durar eternamente, no como abajo.
Una vez limpios de nitrógeno cogimos dirección al barco y nuevamente paramos a –5 y – 3 metros.
Estábamos rodeados de peces y el paisaje era increíble pero yo no podía dejar de pensar en aquel descenso, en como había controlado la situación, en el bogavante gigante y como había estado a mas de 50 metros de profundidad y de narcosis nada...
Ya en el barco, mientras volvíamos a puerto intercambiamos experiencias con los otros buceadores.
Yo les conté lo que habíamos visto, como había sido el ascenso, como habíamos llegado hasta la otra punta para la parada y que mi compañero me había guiado hasta el mismo cabo del barco en una demostración de navegación subacuatica impecable.
Él, que no quería parecer exagerado, contó lo del bogavante con más modestia, decía: era grande si, pero bueno, los he visto mayores ya sabéis a esa profundidad se ve poco pero lo que se ve es grande...
Y ya entre risas les dijo lo bien que había ido yo, controlando en todo momento y lidiando con serenidad ante los ataques de semejante bestia marina, y todo ello sin que apareciera en mi el mas leve síntoma de narcosis...