martes, 6 de octubre de 2009

55. ALEX Y SU OTRO MUNDO

Esa enorme paz interior que inundaba cada recoveco de su cuerpo cuando regresaba de sus fugaces viajes interestelares a su ‘Otro Mundo’, le acompañaba una vez más, cual fiel compañera, en su camino de retorno a casa.
No hacía mucho que un amigo le hablara de la posibilidad de viajar a otros universos y, desde ese momento, no cejó en su intento hasta conseguir hacerlo y descubrir uno al que llamó ‘Mi Otro Mundo’, al que ahora viajaba tan pronto tenía una oportunidad, que no era -ni por asomo- tan frecuentemente como él quisiera.

Mientras se desembarazaba del traje espacial y del resto del equipo que necesitaba para sobrevivir en la irrespirable atmósfera de su universo particular, dejó volar libres sus pensamientos y recordó todo aquello que había presenciado, en un mero intento de prolongar su estado de absoluto asombro ante la belleza y espectacularidad del lugar que había visitado.
Atrás habían quedado las preocupaciones y el estrés que su tarea diaria le ocasionaba. Era el responsable del Departamento de Embarque de Mercancías de una importante corporación interplanetaria. Su cubículo-oficina siempre se encontraba atestada de digito-facturas y su agenda electrónica, repleta de video-conferencias, reuniones virtuales y conference-calls.
Pero en aquel preciso instante, ¡sólo su ‘Otro Mundo’ ocupaba sus ideas!
-Hola cariño-, saludó jovial a su mujer, justo antes de besarla al llegar a casa.
- Hola viajero. ¿Cómo te fue esta vez?-, le preguntó ella, interesada.
-No te lo vas a creer-, respondió Alex excitado como un niño en Navidad.
Y comenzó a contarle la experiencia que había tenido en su viaje:
“Tan pronto crucé la Puerta Estelar y viajé –en tan sólo un momento- a ‘Mi Otro Mundo’ sentí que aquel sería un viaje distinto a los que había realizado anteriormente. Antes tardaba algo más en acostumbrarme a la ingravidez total, pero ya lo llevo mucho mejor. Tan pronto conseguí estabilizarme, el primer habitante de ese universo vino a recibirme.
¡Tenías que haber estado allí! Jamás había visto nada igual. Se diría que ese mundo había sido creado para un ser como aquel. Perfectamente adaptado. Era enorme. Casi tanto como mi nave. Tan grande, que por un momento tuve algo de miedo al desconocer sus intenciones. Tenía alas y una larguísima cola. Sus ojos me escudriñaban amenazantes. Pronto descubrí que era mera curiosidad lo que le había hecho acercarse. Como vino a mí, se marchó. No me dio oportunidad de entablar conversación. No dijo ni media palabra.
Pero no tuve tiempo de decepcionarme. Giré la cabeza y advertí, a tan sólo unos 20 metros a mi derecha, que otros seres totalmente distintos al anterior paseaban en grupo. Eran mucho más pequeños, pero con un colorido de piel extraordinario. Fui hacia ellos con el ánimo de intentar interactuar, pero no mostraron ni el más mínimo interés en mí. Siguieron su paso hasta que los perdí de vista.
Seguía mi rumbo –ingrávido- en el más absoluto y placentero de los silencios cuando, de pronto, me acerqué a una pared y, para mi sorpresa, advertí que en una grieta de la misma habitaba otro extraño ser, alargado y con una gran boca, bordeada por afilados dientes, que me causó muchísimo respeto. No creo equivocarme cuando digo que sus intenciones no podían ser demasiado buenas, por lo que ésta vez fui yo mismo quien no se quedó ni un segundo para entablar ningún tipo de conversación.
Aquí y allí observaba el peregrinar de los habitantes de ese universo. Muchos de ellos no reparaban en mi presencia. Otros, por el contrario, me seguían posiblemente confundiéndome por un habitante más, conocedor de su camino. Ja, ja, nada más lejos de la realidad. Hacía verdaderos esfuerzos por no olvidarme del camino de regreso a La Puerta Estelar.
Todos ellos tenían diferentes formas y colores. Los vi grandes y grises, pequeños y coloridos, de aspecto bonachón y amigable, otros de apariencia amenazante y peligrosa.
Mi viaje estaba siendo inolvidable. No termino de acostumbrarme a ser parte de un mundo que no es el mío, por muy mío que lo quiera llamar. Ya sabes que el suministro de aire de mi traje espacial no da para mucho. Justo por ese motivo me dispuse a regresar a la Puerta Estelar. Calculé que me quedaban unos 20 minutos de suministro. De no iniciar entonces mi regreso, tendría un grave problema.
¡Fue entonces cuando lo vi! A unos 40 metros de donde me encontraba vislumbré algo que jamás pensé encontrar ahí. Al principio no me lo creía. Pensé que, debido a la distancia y la escasa visibilidad, mi visión me estaba jugando una mala pasada. ¡¡Pero no estaba equivocado!!
Lo que veían mis ojos incrédulos en ese universo distante e inhóspito, era lo que quedaba de una nave espacial, ¡humana!, que tiempo atrás surcara ese espacio.
¡Otros como yo habían estado antes allí!, ¡en Mi Mundo! Me dispuse a explorar aquellas ruinas, embriagado de curiosidad pero, en ese instante, supe que no podría. ¡Se me terminaba el tiempo! Tenía que regresar.
Miré por última vez aquella reliquia del pasado, decepcionado por no haberme podido adentrar en ella, di la vuelta, y emprendí mi camino de regreso a La Puerta Estelar.
Ahora sólo pienso en volver allí, a aquel preciso punto, y estudiar cada centímetro de aquella nave.
Ojala vinieras conmigo.

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El mundo que Alex llamaba ‘Mi Mundo’ puede ser también tuyo. Está al alcance de cada uno de nosotros. No necesitamos naves espaciales, ni Puertas Estelares, ni tan siquiera vivir en el futuro. En ese mundo, tan cercano, pero tan desconocido por todos nosotros, encontrarás seres maravillosos, paisajes imposibles, sensaciones increíbles. En ese mundo viajarás –como Alex- ingrávido. Sólo escucharás tu propia respiración, pausada, tranquila.
Ese otro mundo no es otro que nuestros mares. Sólo necesitas un equipo de buceo y una playa –tu Puerta Estelar. ¡Anímate! ¡Deja tu estrés diario atrás! ¡Olvida tus temores irracionales! ¡Está al alcance de tu mano! ¡Atrévete a viajar! ¡Hazlo ‘Tu Mundo! ¡Te aseguro que recibirás mucho más de lo que jamás has imaginado!
Quizá encuentres tu propia reliquia del pasado, la nave espacial de otros que surcaron los mares antes que tú: tu barco hundido.
Lo que sí te garantizo es que encontrarás algo con lo que jamás habías soñado antes: ser parte integrante de un mundo hasta entonces completamente ajeno a ti, y compartir un momento de tu vida con los seres que lo habitan.
¿De verdad que te lo vas a perder?