En las profundidades abismales del lago Esmeralda (tan parecido al alma de una señorita que conozco), allá en algún punto indefinible del sur, resulta que hay un pequeño sol. Es celeste azulado, medio oscuro, diferente del turquesa del agua, y sus rayos de luz, o brazos (parecen pocos, pero son infinitos, e inmortales; cuando uno muere o es cortado, enseguida crece otro, como las cabezas de la Hydra, o los pulpos, o cualquier persona con sangre de reptil), es como que… ablandan toda la materia que tocan… e incluso permiten que unas pocas moléculas esenciales se cuelen por los poros de la piel y lleguen al alma, purificándola, refrescándola, y limpiándola de toda la basura innecesaria.
El solo ver a un sol acuático calma las ansias, alivia las tensiones, y trae inmediatamente la tan anhelada paz interior (el efecto dura, aproximadamente, mes y medio, dos meses, empezando a contar desde el momento en que se sale del lago y la piel se seca por completo. Igual, dicen que algo queda, y que cada vez que uno vuelve y lo ve de vuelta, se va generando como una sumatoria de disparos de flash, etcétera. Que se yo… la gente dice muchas cosas…).
Hay algunos que, por alargar el efecto, o tal vez solo por el placer de la sensación, buscan llegar lo más cerca posible de éste sol pasado por agua. Caso curioso, porque da la casualidad de que, por mucho que uno nade, el sol sigue del mismo tamaño, y a la misma distancia. O sea, no solo es inalcanzable, sino también, inacercable (habrá que conformarse con lo que hay, que remedio). Tal vez no lo sería, si no existieran ciertos factores limitantes, que la gente nunca tiene en cuenta. Básicamente, son 2 las limitaciones que, alternándose, mantienen a éste sol recién nacido limpio de toda impureza. La primera, de naturaleza humana: de tanto nadar, por más que uno se lleve 47 tanques, en algún momento se acaba el oxígeno. La segunda, externa a nosotros, son unas criaturas muy pequeñitas, servidoras absolutas de su misterioso dios, no-visibles (solo imaginables), que, un poco antes de llegar a mitad de camino te abren la boca, los pulmones se te llenan de agua, etcétera (no se puede llegar en submarino; al sol no le gustan ésas cosas, así que se hace invisible o se esconde atrás de alguna montaña de piedras cada vez que divisa alguno en la superficie).
Ah, me olvidaba; el sol submarino es causante de toda la vida del lago Esmeralda (no se podría decir que son peces, crustáceos, o medusas… más bien son criaturas abstractas de múltiples formas y tamaños [muy pocos tienen ojos], todos de gamas de azules y celestes… las plantas son como nubes (es decir, son celestes… pero tienen la contextura esponjosa y la suavidad de algodón que solo las nubes tienen…).
Tal vez vuelva algún día.
martes, 27 de octubre de 2009
74. SUBMARINEUM SOLAE
buceo inmersiones azul mar
Primera edición,
RELATO