jueves, 29 de octubre de 2009

78. BUCEANDO EN LAS PROFUNDIDADES DE LOS SENTIMIENTOS

Clara cerró la valija con satisfacción, depositándola cerca de la puerta. Mientras tomaba su café sonó el timbre, con la taza fue a atender. No bien abrió su hermano entró como una tromba diciendo y gesticulando violentamente:”Se acabó, resolvimos separarnos, es definitivo no vamos a vivir más juntos. Ni se te ocurra decir nada parecido a que: lo sabías, me avisaste o demoré mucho en darme cuenta”. Clara tomándolo de la mano lo hizo sentar, diciéndole:”Tranquilízate-¿Te traigo un café o preferís contarme que pasó?”.

Cuando llegué a casa, encontré a la Policía que me informó que al amante de mi mujer le había dado un ataque cardíaco en mi cama; era consciente que la relación estaba deteriorada pero nunca imaginé tanta deslealtad. Traje todas mis cosas. ¿Me puedo quedar contigo hasta que alquile un apartamento? No hay problema, pero mañana salgo de viaje. ¿O venís conmigo o te quedas en casa? Jorge se puso de pie diciéndo me voy contigo, voy a arreglar mi licencia ¿Donde vamos? ¿Cuánto tiempo, qué necesito?
Nuestro primer destino es Natal, donde estaremos un día y de allí al Archipiélago de Fernando de
Noronha, que está compuesto de veintiuna islas. Es un Parque Nacional Marino, declarado reserva ecológica con proyecto internacional de estudios sobre la fauna de la zona. En la época de la colonización, funcionó como Cárcel. Se encuentra a trescientos sesenta kilómetros de Natal; se puede llegar también desde Recife pero es media hora más de vuelo. La isla mayor tiene veintitrés kilómetros de largo y una superficie total de casi ciento trece kilómetros. De origen volcánico se sustenta en una plataforma de cuatro mil metros de profundidad. La lista con la cual preparé mi equipaje está en la mesa. Las actividades serán: caminatas, snorkel y buceo.-
Embarcados en el pequeño avión de TRIP -pasillo central con dos butacas a cada lado-, Clara consultó de que lado tendrían mejor visión. Se sentaron del lado izquierdo, tras la cabina, con ambas azafatas sentadas frente a ellos. Jorge escuchaba a su hermana conversar con las azafatas especulando cuanto tardaría en cumplir su objetivo, acceder a la cabina del avión. Clara utilizo su práctica como paracaidista para marcar la afinidad y resaltar el sentimiento común con el personal aéreo. A no más de quince minutos de la salida, terminó parada en la puerta de la cabina conversando en portuñol con el piloto y el copiloto. Cuando divisó el archipiélago enmudeció. Las formas y el colorido superaban sus expectativas, sus nuevos amigos la sacaron de su ensoñamiento al avisarle que sobrevolarían la isla nuevamente para tomar tierra. La piedra que le llamara tanto la atención, al acercarse parecía un rostro humano. Al recibir la orden de sentarse y abrocharse su cinturón, su felicidad llegó a su fin.-
Como turistas debieron llenar formularios para pagar la tasa diaria, por estadía en la isla. Mientras esperaba su turno. Jorge ensimismado, estaba perdido en su tormenta emocional; luchaba por recuperar el equilibrio, el que sabía roto. Su inquietud mental duró poco, optó por la vía fácil, se dedicó a la turista rubia de cuerpo escultural que buscaba entablar conversación con el.-
Clara, conversaba con un matrimonio de franceses de los Delfines “Stenella Logirostris”, comúnmente conocidos como rotadores por sus acrobacias en saltos y giros fuera del agua. De las tortugas Chelonia Mydas” conocida como “caparazón verde” -de cuatrocientos kilos-,la Eretmochelys Imbricada conocida como “de pente” -de doscientos kilos-. Jorge sonreía escuchando a su hermana intentando abordar el tema que la obsesionaba, diciendo: “trescientos noventa millones de años atrás, nuestro antepasado debió mutar para sobrevivir fuera del agua, debemos encontrar en nuestro cromosoma la reminiscencia de aquel antepasado remoto, el que sin duda permanece impreso en nuestro ADN, como un sobreviviente integrado en una nueva combinación. ¿En que par y con cual frecuencia para subsistir, es la duda? Al no encontrar receptividad, la conversación se centró sobre el anhelo común de investigar el suelo oceánico, la inquietud y el placer por la aventura, la necesidad de develar incógnitas y especular en como bucear les daría la posibilidad de conquistar el espacio interior marítimo.-
Jorge y Clara, tras pagar se dirigieron a su hospedaje. Les asignaron un chalecito a la vera de la carretera, detrás de otros iguales. La cara de Clara dejó traslucir su pensamiento” no le gustaba”. Intentaron prender el aire acondiciona debido al calor y estaba roto, cuando el personal de mantenimiento llegó, al desarmarlo encontraron una lagartija muerta. Reclamaron y los trasladados a un inmenso galpón de chapa, el que contaba con veinte camas y un baño privado. Se miraron y supieron que no permanecerían allí. Clara ni desarmó el equipaje, tomó una ducha y desapareció. Cuando volvió, acribilló a Jorge con nombre de operadoras de buceo, Hoteles, lugares históricos y caminatas. Ya había elegido hotel, localizado en un punto estratégico para movimiento terrestre, con fácil acceso a las playas de ambas orillas -interior y exterior-, cerca de servicios de Bugys con chofer , comercios y de uno de los mejores dos lugares para ver las caídas de sol.-
Clara se dedico a analizar los mapas de los prospectos turísticos. Había averiguado que la encargada de preservar el ecosistema y regular el movimiento de turistas era “IBAMA” y estaba integrada por locales y personal del proyecto internacional. El centro obligado de reunión nocturna, “La Palestra”. Jorge la interrumpió diciéndole: “me voy a romper la noche”.-
Instalados en su nuevo alojamiento, la habitación daba a una galería de madera con vista a un jardín florido. Clara fue la primera en retirarse, optó por dejar a su hermano solo para que procesara su situación personal. Su primera visita fue para la blanca y pequeña Iglesia, frente a “La Fortaleza”. La belleza y sencillez del paisaje y la austera madera tallada le trasmitieron paz y calidez. Había otra turista y con ella se puso a conversar, siendo esta brasilera conocía Punta del Este, Isla Gorriti y Montevideo, le contó que amaba a los lobos marinos. Aseveración que a Clara le hizo pensar que su amor a los delfines, era el típico ejemplo de que los seres humanos quieren aquello que no tienen y no valoran lo que poseen.-
Caminaba por la Plaza de Armas de La Fortaleza, allí donde mirare, un paisaje impactante. Siguió subiendo, demorándose en el polvorín. Sentada en la muralla exterior escuchaba a un grupo de turistas hablar de lo hermoso que era la caída de sol desde “Boldro”. Sintió la llamada del mar, volvió atrás y se encamino a la playa. Debió descender por un bosque tupido de árboles asentados en roca, sedimentado sobre su propia muda, las ramas parecían cabello de medusa de enredados que estaban. Desembocó en una zona pedregosa, la que debió atravesar para llegar al blanco y espumoso mar, sin dejar de admirar a su paso las tunas que colgaban de la pared rocosa, cual si fueren mangueras verdes que al acercarse mostraban sus pequeños pinchos. La pequeña ensenada a la cual llegó se llamaba “Playa del Americano”, si bien había turistas, solo ella ingresó al agua. La fuerte correntada y violencia del rompiente hicieron que considerara que debía tomar nota de las tablas de marea y premareas diarias.-
Cuando se encontró con su hermano acordaron ir caminando hacia Boldro. En el camino sortearon rocas y vieron paisajes con avistamientos de islotes de oscuras rocas. Ya en la costa, no encontraron turistas, tras hacer una recorrida se dirigieron nuevamente a la carretera, cuando llevaban recorrido un buen trecho un vehículo de IBAMA, los levantó y los acercó hacia el Puerto. Clara raudamente se dirigió a la operadora “Atlantis”, según averiguara tenía el barco y los equipos de buceo más modernos. En un local pegado, alquiló el equipo básico y común para buceo y snorkel, al igual que Jorge por todo el tiempo que permanecerían en la isla. Si bien les ofrecieron el traje, ambos lo desecharon ya que estaban acostumbrados al agua fría por la latitud donde residían. Cuando Jorge vio a la rubia del Aeropuerto se dirigió hacia ella, al poco rato se les unieron dos chicas más. Clara sabía que no contaría con Jorge de allí en más, se decidió por contratar un buceo Bautismo, preguntando sobre la carga horaria de los cursos de buceo, elucubraba sobre los resultados de sus investigaciones.-
Es que ella era muy exigente, resabios de practicar deportes como el paracaidismo; sabía lo que era depender de su equipo, todo era cuestión de aprender a manejarlo y cuidarlo, el resto, práctica. Consultó por otros paseos, el más completo era el que bordeaba la costa interior de la isla y duraba todo el día. Ante sus preguntas, le explicaron que se había organizado de esa manera para no perturbar el ecosistema. Había dos frecuencias, uno que llevaba a los delfines mar abierto para alimentarse por la noche, y otro con la salida del sol para ingresarlos a la bahía para descansar. Preguntó, si había otro medio de observarlos, al confirmársele la existencia de un mirador terrestre, contrató el que salía a media mañana con reserva a confirmar para Jorge, iría por su cuenta al terrestre. Caminando se dirigió hacia una pequeña ensenada en las inmediaciones del puerto. A lo lejos vio a su hermano subir a un Buggy. Ya en la playa Clara se preparó para hacer snorkel, deporte que practicaba en verano en Playa Hermosa, siempre y cuando la “VIS” fuera buena , cosa que debido al cambio climático podía no ocurrir. En su memoria afloro el recuerdo del curso de buceo que realizara otrora en la pileta olímpica del Club Neptuno; en ese momento hubiera preferido hacerlo en la Nemo 33, de Bruselas -35 metros de profundidad con una visión de distancia cien metros-. Sus pensamientos la llevaron a reconocer que su práctica de snorkel, había sido el paso previo para satisfacer su anhelo de incursionar en el mundo subacuático. Su capacidad pulmonar –retención de respiración bajo el agua, de dos minutos y medio a tres- y el tener experiencia en descensos de hasta cuatro metros de profundidad podrían serle útil. Dejo de pensar y se dedico a buscar el naufragio que aparecía en el folleto, sin datos de localización. Mientras nadaba bajo agua, vio una Morena y peces de colores; el barco no lo encontró. Al salir del agua, vio arribar un buggy con dos hombres, uno de ellos con camiseta de IBAMA. Se acercó y les preguntó si verían el naufragio, al asentir les consultó si podía unirse a ellos. Tras acceder el turista austriaco, ingresaron al mar, luego de nadar varios minutos el guía se detuvo y les indicó que debían sumergirse. Cuando Clara divisó el buque, la emoción la embargó y casi deliró cuando vio que al paso del guía el lugar se convertía en una explosión de color y movimiento. La felicidad no era completa, debieron ascender. Los hombres decidieron seguir su marcha despidiéndose. Mientras ella descendía, admiró del juego de luces en el interior del agua. La visión en contraluz del casco del barco al ser iluminados por los rayos solares que penetraban la masa acuosa producía una irisdicencias en cascada de brillos faceteados. La visión de peces de diferentes colores saturó sus sentidos. Mientras ascendió nuevamente a respirar, en su mente danzaban palabras como: colonización, evolución, vida y conocimiento. Saludó en la lejanía a
sus compañeros de aventura. En su último descenso quedaba poco por ver por lo cual, mientras nadaba hacia la costa, vio su primera tortuga, peces rojos, de color durazno en degradé y un pez de cabeza redonda que a más de feo parecía antediluviano con escamas de color verde y ojos saltones. Se preguntó ¿Por que en Uruguay primaba el color plateado? Lo diferente en su país era: un pez martillo negro o un lenguado color arena con pintitas de blanco traslucido.-
Ya en la costa, guardó su equipo y se dirigió a la carretera, no sin antes mirar el prospecto para tachar Bahía de San Antonio y definir que se dirigiría a Praia. El trecho fue corto, tras recorrerla optó por tomar un baño y luego nuevamente retomó la carretera, una camioneta de la operadora turística la acercó a la villa. Ya en sus aposentos al no estar su hermano, optó por irse a ver el atardecer. Disfrutó de la caída del sol en compañía impensada, sentada en el muro de piedra del murallón exterior mirando el mar, las lagartijas mirándola a ella. Exultante por el esplendor del mágico momento vivido, volvió con el tiempo justo para prepararse para ir a “La Palestra”.-
Cuando fueron a tomar el trasporte vieron algo parecido a un trencito infantil de varios vagones enganchados a una pequeña camioneta cuatro por cuatro. Mientras viajaban, Clara le decía a Jorge que de las cuatro caminatas –trillas- de la isla, dos podían hacerlas sin guía. Las de alta exigencia, definirían al llegar con quien hacerlas. Al llegar a destino, vieron una explanada con locales y repleta de turistas. Una vez dentro del anfiteatro, los conferencistas eran los encargados del proyecto de los delfines –biólogos franceses, padre e hijo-, la exposición fue con soporte visual. Al finalizar se abrió el debate, cuando el publicó comenzó a retirarse, los acordes de la samba lograron que comenzaran a bailar. Clara vio a Jorge muy entretenido con el mismo grupo de muchachas, se unió a la algarabía no sin antes mirar la hora, faltaba poco para la primera vuelta del trencito, sino debía esperar al otro, dos horas mas tarde . Muy tarde para al otro día comenzar la actividad al amanecer.
- En su caminata mañanera, en sentido contrario al día anterior, Clara se encontró con un paisaje rocoso, con farallones de difícil acceso. Al volver encontró a su hermano tomando su desayuno, su plato repleto de tortas dulces, le indicó a ella, las variedades saladas que a él le habían gustado. Los turistas terminaron reunidos al frente de la Posada esperando sus respectivos transportes, excepto un brasilero que ya conocía la isla y se fue en moto alquilada. A Jorge lo recogieron sus tres amigas. Cuando llegó el buggy de Clara, fue según lo acordado junto al conductor, la primera parada fue el museo de Tiburones y su mirador, donde mostraban las tres variedades de la especie. Grande gris de arrecife, de color amarillito y negros más pequeños-. El primer acantilado que visitaron tenía la costa pedregosa y en ella una gran piedra y detrás un pozo de tierra en la base, comúnmente conocida como el “Buraco de Raquel”. Según la tradición oral, uno de los Directores de la Cárcel, tenía una hija de ese nombre, muy cálida y afectuosa que solía encontrarse con sus novios, en ese lugar. De tanto utilizarlo se había formado un pozo o buraco. En la primera parte del paseo visitaron varios acantilados con Islotes en su cercanía. En determinado momento, arribaron a una explanada repleta de vehículos; ya en la playa el grupo ingresó al agua con su guía. Clara llevaba su cartilla plastificada con nombre y figura de todas las especies marítimas del Archipiélago, el grupo resultó estar integrado por buenos nadadores. El guía les señalaba bajo el agua rayas y peces, limitados por el movimiento de mareas dispusieron de cuarenta minutos. A la hora del almuerzo se encontraron con comida aventura; les llevaron a una casa de familia que funcionaba como restaurante. La afluencia era constante ya que todos los Buggy pararían allí; comían como podían. El grupo de Clara comió de parado nomás, las bandejas repletas que salían de la cocina se agotaban enseguida. No se comía lo que se quería, sino lo que había. Jorge llegó cuando Clara se retiraba. Ya en Bahía De Sudeste mientras Clara y su grupo hacían snorkel, ella quedó extasiada con las aletas tornasoladas del Falso Volador, las que no solo incitaron su imaginación sino que la prepararon para disfrutar de los peces Trompeta, a los que asimilo a luciérnagas marinas por la luminosidad que desprendían sus gráciles cuerpecitos. Cuando el guía les señaló la enorme tortuga verde, hacia ella nadaron, al percibirlos, prestamente se alejó. La lentitud de la tortuga resultó ser pura ficción frente a la real velocidad de su retirada. Había tanta cosa para ver que Clara se perdió en el pensamiento de que: “La magia que provenía de las cosas sencillas y naturales, al ser disfrutada se convertía en extraordinaria”. El guía, otra de las turistas y Clara se dirigieron nadando hacia Isla Capea, lugar en el que vieron: langostas, rayas moteadas y tiburones blancos. La próxima parada que tuvieron, fue playa “Atalaya”, tras una espera dentro del vehículo debieron caminar un trecho para llegar al lugar donde descender a la playa, mientras lo hacían vieron una pileta natural gigante enmarcada por la playa y un cordón rocoso. A lo lejos una pequeña isla rocosa emergiendo del agua con una forma atípica, parecida a un dinosaurio alado, mirando hacia lo que parecía la salida de su cría del huevo. Personal de la operadora local controlaba el ingreso al agua de grupos de quince turistas por un período de quince minutos. Aquellos que tuvieren productos químicos en su cuerpo no se les permitía ingresar al agua. Una vez en el interior, Clara vio un sinfín de cardumes de peces jóvenes, todo era movimiento y color, placer para los sentidos. Nadar bajo el agua, eran entender los orígenes de la vida y redimensionar el concepto de belleza y magnificencia.
Otros turistas se limitaban a caminar con las gafas enfocadas al interior del agua, Clara salía a respirar pero todo era tan hermoso que prefería volver para perderse en el mundo de sensaciones del interior del agua, reconocer su felicidad le generó inquietud mental al punto de preguntarse:” ¿resabio de su vida uterina; quizás?” Sus sentidos la apartaron de la corriente temporal, volver fue reconocer que les quedaba por ver el atardecer en Boldro. Al llegar, encontraron una extensión de pasto verde en lo alto, la vista de la costa impactante. Clara observaba tan atenta que comenzó a percibir el sentimiento y las emociones de todos y cada uno de los presentes, ello le hizo entender, en que consistía el inconciente colectivo. Cuando el sol estaba en la cima de los picos de los cerros hermanos, el cielo fue amarillo oro, la esfera naranja en el horizonte marítimo brillaba con luz propia, las piedras de negro brillante pasaron a ser rojizas resplandeciendo en contraste con el azul del mar. Integración, todo, comunión dejaron de ser solo palabras, para convertirse en sentimientos multiplicados y estos en energía palpable. La brisa juguetona, les acarició para participar también.-
La vuelta del grupo fue silenciosa, Clara perdida en sus pensamientos analizaba como la habían afectado sus vivencias del día. No bien entró, sintió a Jorge cantando en la ducha. Salió a la galería. Su hermano llegó al poco tiempo y en silencio observaron el firmamento hasta que Clara dijo:” Jorge, me parece que debemos hablar de la situación emocional por la cual atraviesas, temo que te estés aturdiendo para no procesar el dolor. No me doy cuenta si estas analizando tu interior. Tampoco veo que estés en comunicación directa con la naturaleza .Es ella, la que te daría fuerza para asumir lo que estas pasando hoy y lo que te espera cuando volvamos a casa”.-
Duele, duele mucho contesto Jorge. Cada persona, mantiene el equilibrio como puede.-
Tomate tu tiempo dijo Clara, trata de aprender de tus experiencias y evolucionar, no cambies un problema por otro igual. ¿Que te parece si buceamos juntos? El mundo subacuatico, cuanto nos podrá enseñar. No te pierdas en sensaciones físicas, analiza, desmenuza y cultiva lo que aprendas diariamente.-
Desayunaban solos, el resto de los turistas habían partido. En la Posada estaban a la espera de un nuevo contingente. Mientras esperaban su transporte, los hermanos bromeaban, agudizándoles el buen humor, el que viajaran en un camión y que al levantarlos solo hubiere dos turistas, fueron recorriendo toda la isla recogiendo turistas Paseo adicional no pensado y sin costo. Al arribar al puerto, fueron separados por agencias turísticas. El primer barco en salir fue el de Aguas Claras –antiguo de madera y señorial-, el último Atlantis. No bien los hermanos embarcaron, Clara codeó a
Jorge diciéndole: “el fondo de cristal está tapiado, nos equivocamos al elegir”. El itinerario incluía bordear la costa interior de la isla, pararían en Cacimba do Padre, Baía Dos Porcos, Baía do Sancho. Navegarían por Baía dos Golfinhos y Ensenada Portao. En los descensos de las piletas rocosas de bahía de los Puercos y bahía Sancho, los hermanos constataron que diferían de las de su país en que eran accesibles solo por mar, más profundas y asentada en paredes rocosas en pleno océano. Navegando en los Cerros Hermanos, supieron que se los denominaba comúnmente como “las lolas de Fa Fa”, cantante brasilera conocida por sus grandes senos. En la bahía de los delfines, no se permitía el descenso, no se podía molestar a la manada. En la cima del acantilado se veía el mirador terrestre. Siguieron su marcha hacia la punta de la isla, desde lejos percibieron el farallón rocoso, que al acercarse era una ventana esculpida en roca viva, con vista al mar. En los islotes rocosos pararon ya que bucearían. Los primeros en bajar fueron los buceadores con experiencia, luego el barco surcó el canal para llegar al islote en el cual descendería el grupo de buceo bautismo. Tras recibir instrucción colectiva de manejo del equipo que se les había entregado, se les informó que cada uno bajaría con un instructor. Jorge reía al ver como su hermana era relegada. Los buceadores acompañantes peleaban por las turistas jóvenes, ella por edad y tamaño fue asignada por descarte. Establecido el orden, se colocaban los equipos y comenzaron el descenso. En el primer grupo hubo quien volvió inmediatamente, otros intentaban sumergirse y volvían descompuestos. Clara se puso a hablar con dos niños franceses, al verlos angustiados cuando a sus padres descendieron, la madre subió casi inmediatamente de sumergirse y lo hizo enferma. Tras acostarla en uno de los bancos de madera, Clara le dio un bloquecito de dulce de leche. Chocolate no tenía. Llegó el turno de Jorge, en el período de instrucción y adaptación dentro del agua su cara estaba distendida con una sonrisa. Mientras descendía comenzó a notar síntomas corporales, los oídos le zumbaban, la nariz le picaba; intelectualmente racionalizaba que eran mensajes en respuesta a los metros que descendía, en un medio que no era el suyo. No sabía como manejar el sentirse raro. Con que alegría recibió el aviso de subir. Cuando estuvo con su cabeza fuera del agua, su hermana estaba a corta distancia con su instructor, casi inmediatamente no los vio más.-
Clara no lograba entender la notoria molestia de su acompañante, quien la consideraba su castigo personal. La comunicación era fluida, tanto en lenguaje gesticular como en el visual. Al llegar al fondo arenoso, se sintió niña, recordó que el acceder a ese mundo que tanto anhelara conocer, vislumbrado al ver a Costeau en sus aventuras del Calipsso. Curiosa e inquieta fue como se sintió. Se
desprendió de la mano del instructor y se acercó a la plataforma rocosa nadando hacia adelante. Su instructor le señaló lo que parecía una ventana, en su interior un gran pescado rojo no solo la extasió sino que se perdió en el intercambio de miradas y reconocimiento mutuo. Siguió al hombre que le mostraba lugares y peces. Disfrutaba tanto que todo llamaba su atención, al punto de comunicarse cada uno lo que veía. Era tal su alegría que no pensaba ni reconocía sensaciones físicas, si bien en algún momento las sintió, las descartó ante la belleza de lo que veía. Las formas y los colores de su entorno embriagaron sus sentidos. Descompresión, palabra que si bien la había preocupado perdió poder. El no ver plataforma la tomó por sorpresa, sintió en su cuerpo el cambio de la temperatura del agua, el azul se hizo más oscuro y pesado. Nadando siguió a su instructor y al divisar otros buceadores, Clara razonó que estaban en Isla Rata, lugar donde dejaran los buceadores experimentados. Miraba las rocas cuando su instructor llamó su atención pasando el canto de su mano por su garganta, colocando su reloj a la altura de sus gafas. Comenzaron el ascenso, lentamente, cuando sus cabezas estuvieron fuera del agua, Clara descartó el respirador. Al mirar a su alrededor vio buceadores que no pertenecían a su barco. Cuando el Atlantis se acercó, su instructor comenzó a gritar reiteradamente a sus compañeros: “Eu bucee”. Jorge la ayudó a subir al barco mientras ella le decía:”Es hermoso, tengo que hacer el curso, no importa el costo. Tengo que pensar en inventar algo para respirar bajo el agua. Danzaban en su mente las palabras: braquea, cromosoma, memoria original. Asimiló que no era necesario ir a Indonesia para entender el significado de colonización y vida. Perdida en su dialogo mental guardó silencio, su hermano sonriendo agradeció haber dejado de ser el centro de su atención, significaba que no abordarían diálogos trascendentes”. Los brasileros circulaban por el barco con equipos deportivos de invierno. Los barcos formaron un corredor y enfilaron hacia mar abierto, el agua comenzó a hervir de delfines, los turistas peleaban por los lugares en la baranda. Clara no aceptó quedar en segundo plano, fue al segundo piso, fascinada vio miles de delfines nadando, restaban casi en la superficie. Cientos de guías saltaban dirigiendo a su grupo hacia el alimento. Las madres nadaban panza arriba y las crías a su lado las imitaban en su actitud disoluta, sus conversaciones atronaban el lugar, ella quiso poder intervenir.-
Al volver conversaban sobre los paseos pendientes: Sapata y Pointinha Piedra Alta. Ambas caminatas de alta exigencia, que y como lo harían.-
Jorge y Clara junto a diez turistas, esperaban al guía para comenzar la caminata, en el camino a Punta Piedra Alta sortearon obstáculos rocosos para llegar a piletas naturales que a simple vista no se percibían. Luego llegaron a una ensenada semi rocosa con la Isla “Dos Ovos” frente a ella, a la cual con marea baja llegaron nadando. La aventura más disfrutada, descender por un escarpado acantilado pedregoso tomados de una soga, de espalda y a los salto. Cual si fueren escaladores para poder llegar a otra pileta rocosa donde practicaron snorkel, viendo especies que solo se daban en esa parte de la isla. Fuera del agua, la conversación giró sobre el tiburón blanco que nadó con ellos. Clara y un brasilero habían nadado muy cerca. Sus versiones diferían -para Clara un bebe, para él hombre, del tamaño de un delfín. Ella pensó ¡¡ Efecto óptico del agua con proyección mental ¿quizás?!! Ya en Playa Atalaya, Clara aprovechó su conocimiento previo para dedicarse a investigar la pared rocosa. Ensenada Caixeira fue la última parada y la menos atractiva. Mientras caminaban para volver, el cansancio no opacaba la alegría y satisfacción del grupo, sus pies les dolían, los calzados rotos no ayudaban, solo dos turistas habían sido previsoras. Tras un corto descanso, Clara concurrió a su clase de buceo, Jorge saldría con sus amigas.-
Llegó el momento, Clara rindió su evaluación del curso de buceo y le fue entregado el certificado internacional habilitante. Mientras preparaba su inmersión libre combinada con el segundo bautismo de Jorge, se dio en pensar que quería tiempo y no reloj; se reprendió mentalmente pues al bucear dependía del reloj. Ya bajo el agua tomaba fotos y disfrutaba mientras pensaba que la practica del snorkel, ya no era suficiente. Se acercó a Jorge para llamar su atención sobre el cardumen de peces a rayas que estaba detrás de él; su hermano estaba rígido. Tanto su instructor, como ella, le mostraron tantas cosas que terminó disfrutando como el que más. Clara especulaba sobre los lugares en los cuales quería bucear, concluyó que era en todo el Planeta. Dio a su mente la orden de parar. La frase: “Lo quiero” se mezcló con: ¿que puedo pagar?”. Nada la había preparado para tanta emoción, fue ella la que la familiarizó con el reconocimiento de la sensación de libertad que le daba manejarse por y en si misma, sin atadura que la contuviere dentro del agua. Aceptar ese espacio como propio le permitió prescindir de la corriente temporal. El bucear acrecentó su amor al mar. El reconocimiento llegó a través del proceso de reconocer las contradicciones y variantes de sus sentimientos por el mar, dándole la posibilidad de saber como convertirlo en dominación y educación para tener el poder de contención del libre albedrío. Síntomas físicos del descenso, algo necesario que con práctica desaparecía. Se acercó a su hermano y su instructor para con ellos compartir ese hermoso mundo subacuatico, ya llegaría el momento de conversaciones, la práctica del deporte no sería más que, el camino, para acceder al propio conocimiento interior.-