sábado, 3 de octubre de 2009

52. GRASSY Y TEDDY (...Un cuento)

...me había dicho alguna vez que un relato era una carta que el autor se escribe a el mismo para explicarse cosas que de otro modo no podría explicarse.
(Carlos Ruiz Zafón – L’Ombra del Vent)

Capítulo I
Érase una vez en un paraje lejano, un arrecife donde vivían todos los animales que os podáis imaginar. El arrecife lejos de la influencia de los hombres, gozaba de una buena salud y en consecuencia los animales que en el vivían estaban sanos, contentos y seguros. Bien, todos, todos, no.
En mitad del arrecife había un pequeño claro con una cueva, mitad exterior mitad sumergida, era un sitio realmente bonito y estratégico, por lo que muchos animales alguna vez buscaban refugio. Allí sobre una roca llana entre dos aguas vivía Grayssy.
Grayssy era una hermosa foca, astuta, inquieta, un poco traviesa y muy inteligente, tanto, que muchos animales del arrecife iban a pedirle consejo, ella nunca tenia un no para nadie, siempre estaba ocupada, siempre ayudando o preocupándose por alguien. Se había olvidado tanto de ella misma, que había olvidado incluso como nadar, y claro para una foca, no saber nadar es un grave problema.

Capitulo II

Aquel día los grandes albatros que vivían en el límite del arrecife, sobre el acantilado, trajeron la peor de las noticias. El arrecife de la isla mas cercana estaba siendo arrasado por un enorme carguero que había embarrancado en él, no existía peligro para el arrecife de Grayssy ya que estaba relativamente lejos y era mucho más profundo, al margen de que el viento soplaba en dirección contraria hacia mar abierto, pero todos los animales del arrecife cercano, perderían seguramente sus casas. Rápidamente Grayssy pidió a los delfines que hiciesen sonar el grito de alarma, y al poco rato todo el claro y los corales de alrededor, estaban repletos de animales del arrecife, que acudían a la llamada de emergencia. Todos estaban muy nerviosos y no paraban de hablar y comentar, el griterío era ensordecedor.
Llegaron los animales ancianos del arrecife y se hizo el silencio, todos escuchaban a los ancianos, porque eren los más sabios y eran los que mas conocían el entorno. Discutieron que es lo que podían hacer para ayudar a sus vecinos, pero todo y que dijeron muchas y buenas ideas, ninguna era bastante buena. Finalmente el viejo mero, que era consciente de la sabiduría y capacidad de improvisación de Grayssy, le pregunto: ¿Y tú que harías Grayssy?
La foquita, con un hilillo de voz, porque le hacia mucha, mucha vergüenza hablar delante de tanto público, dijo: Yo, creo que ya que el arrecife destrozado es más pequeño que el nuestro y como que en el nuestro sobra mucho espacio, iría hasta el limite de nuestro arrecife y que cada uno de nosotros acoja a los vecinos de su especie, o al menos a los mas similares. Desde el momento que los recoja los tendrá que ayudar a buscar o a construir un nuevo refugio, escondite, nido, cueva, o lo que precise, por suerte justamente estamos al principio de la temporada de mas abundancia de plancton y tendremos alimentos suficientes para todos, para poder instalarse cómodamente.
El viejo mero asintió con la cabeza, al igual que el resto de miembros del consejo de ancianos y sin mas demora, fueron hacia el límite del arrecife a esperar a sus vecinos.

Capítulo III

Hacia unos instantes que todos los animales del arrecife esperaban a sus vecinos, cuando vieron llegar a los que huían. Venían todos juntos y de una forma ordenada. los más grandes y fuertes, no habían aprovechado su superioridad física para huir mas rápido, al contrario, venían cargados con los mas pequeños, lentos, viejos o alevines, sin tener en cuenta a que especie pertenecían, gracias a la colaboración de todos, toda la población se había salvado del desastre. De forma espontánea empezaron a aplaudir agitando aletas, colas, pinzas y rápidamente cada uno se fundió en un acogedor y tierno abrazo con los recién llegados. Poco a poco fueron desfilando todos hacia sus casas provisionales que les hospedarían hasta que no tuviesen de nuevo la suya propia, se atendía a los heridos (pocos) y se tranquilizaba a los mas pequeños y a los mas asustados.
Finalmente todos habían sido atendidos y alojados, el día había sido muy duro. Grayssy cansada pero satisfecha, se sentó sobre unas rocas recubiertas de mullidas algas y miraba distraída como se ponía un precioso y enorme Sol rojo, por detrás del acantilado. De repente un fuerte chapoteo la sobresalto, miró hacia donde provenía el ruido y como surgido de la nada se le apareció un enorme cachalote. La pobre Grayssy de buenas a primeras se llevo un buen susto, tanto que hasta cambió de color, en su arrecife no habían cachalotes y siempre había oído decir, que las focas eran su platillo favorito. A pesar de la primera impresión, Grayssy se dio cuenta que la actitud del cachalote no era agresiva, y si iba con la fauces abiertas, era porqué en su boca, llevaba tota una familia de caracoles a los que havia ayudado a huir del arrecife destruido.

Capitulo IV

Teddy, que así se llamaba el cachalote, enseguida tranquilizo a Grayssy, diciéndole que no había de tener miedo por su aspecto y medida, que además era vegetariano por convicción y por tanto en la su dieta no entraban las focas, mucho menos si eran grises. Teddy le explicó que justo cuando huían del desastre, se había acordado de la familia de caracoles que vivían en un lugar recóndito y lejano del arrecife y que no les daría tiempo de huir, por eso había vuelto atrás y había llegado justo a tiempo de salvarlos de la quilla del buque. Ahora todos juntos fueron a buscar unas verdes y frescas algas, donde encontraron a la familia de acogida, que rápidamente acomoda a los recién llegados.
Grayssy emocionadísima le explico a Teddy como había transcurrido toda la operación de aquel día, y hablando, hablando, se dio cuenta que no había venido ninguna foca y que en su arrecife no había ningún cachalote para acogerle a él, tragó un poco de saliva (el cachalote todavía le daba un poco de miedo) y toda decidida le dijo a Teddy que si no le importaba, ella seria su amiga, que muy cerca de su cueva había una de enorme, que estaba vacía y parecía muy confortable, para resguardarse del temporal y de los depredadores. Teddy se va puso muy contento porque estaba un poco triste con lo sucedido en su arrecife, y no le gustaba estar solo cuando estaba triste, aquella foquita le parecía muy espabilada y divertida (un poco ridícula por tenerle miedo) pero con buen corazón, y además a el le encantaba nadar. Charlando con su nueva amiga fueron paseando hasta la nueva residencia de Teddy.
La cueva y el entorno eran realmente magníficos, entre los dos la limpiaron y ordenaron un poco y una vez sentados, charlaron y charlaron muy a gusto hasta el amanecer, como si el resto del mundo no existiera.

Capitulo V

Teddy siempre se levantaba pronto y para desperezarse, hizo una larga inmersión en la parte mas profunda del arrecife, el agua estaba realmente genial y aprovecho para hacer unas aleteadas arriba y abajo, desde allí enseguida divisó a su nueva amiga, durmiendo placidamente sobre una roca, a Teddy le pareció que estaba guapísima, y muy despacito se acerco, justo cuando la tenia frente a los ojos Grayssy los abrió y estreno una gran sonrisa mientras se desperezaba ostensiblemente. Teddy estaba contento, Grayssy ya no le tenía miedo. La foquita se acicaló rápidamente y juntos fueron a desayunar unas magnificas algas maduras que estaban allí cerquita.
La actividad en el bosque aquel día era frenética, todos estaban ocupados y no tardaron mucho en pedir ayuda a Grayssy y a Teddy, diversos animales le pidieron a Grayssy si podía hacerse cargo de los pequeños, ya que con tanto trabajo solo hacia que molestar y aburrirse, y a Teddy a ver si con su fuerza les podía ayudar a mover algunas piedras. Los dos aceptaron gustosos, de esta manera Grayssy pasó a ser la guardadora de los peques y Teddy el forzudo del arrecife.
Mucho trabajo había que realizar, porque hasta el atardecer no se volvieron a encontrar los dos amigos cerca de la cueva, juntos fueron a tomar un baño relajante en la haloclina que provocaba un manantial de agua caliente, y después decidieron ir a cenar juntos a la laguna cercana de aguas cristalinas, bajo la luz de la luna que aquel día lucia llena y presumida.

Capitulo VI

Los días pasaban y poco a poco la nueva situación en el arrecife se, Grayssy tenia buena mano con los pequeños, Teddy siempre atento la ayudaba, contaba historias, hacia payasadas y equilibrios imposibles para tener entretenidos a los pequeñuelos. A pesar de que la mas encantada con sus actuaciones era su amiga.
Acabado el trabajo diario, nada era mejor para Grayssy y Teddy, que pasear por el arrecife, posarse en algún lugar especial o bañarse en el manantial, eso si, cuando estaban mejor era haciendo juntos fuera lo que fuera. Su amistad tomaba una consistencia fuera de lo normal y poco a poco supero todas las fronteras conocidas. Solo había un problema, Grayssy era una foca y Teddy un cachalote.

Capitulo VII

Habían pasado los días y el invierno despuntaba con toda la virulencia, los temporales se sucedían continuamente sobre el arrecife, el agua se había enfriado mucho. Hacia días que Grayssy y Teddy se habían refugiado en la cueva, pero Grayssy tenia los ojos tristes, apesadumbrada y preocupada. Hasta que aquella mañana tomo una decisión: Mira Teddy esto no puede continuar así, el invierno es muy duro y hace mucho frío, ocupados como hemos estado con los demás no hemos tenido tiempo de acumular reservas, y la comida que tenemos a mano es muy escasa, por lo tanto pienso que será mucho mejor que yo marche con las otras focas del arrecife, no sufras allí estaré bien y no me hará falta nada. Así tú puedes quedarte las pocas provisiones que tenemos. En aquel momento a Teddy se le rompió el corazón por la mitad, no entendía nada, no podía hacer nada, era la decisión de Grayssy, y el mundo, su mundo, como si fuera de arena se le desvanecía delante suyo, sin poder pararlo.
Grayssy había tomado una decisión y partía al reencuentro con los suyos, pero antes dio un sinfín de consejos que Teddy no podía escuchar, y con una dulce sonrisa en los labios mientras se alejaba le dijo, Volveré enseguida cuando empiece la primavera, para acabar las clases de natación, espérame, ¿de acuerdo? Poco a poco se fue alejando y todavía volvió la cabeza un par de veces para decir adiós, antes de fundirse entre los corales del arrecife.
Teddy se había quedado solo, casi sin comida y la cueva del arrecife, ahora le parecía inhóspita. Por estos motivos al cabo de unos días, triste y muy débil, decidió emprender la marcha. Hacia días que nadaba por el azul y ya había dejado muy lejos el arrecife, cuando se dio cuenta que un grupo de tiburones le seguían. Teddy estaba demasiado débil para huir y demasiado cansado para luchar con ellos, continuó nadando sin mirar atrás, finalmente al cabo de unas horas los tiburones le cercaron.
Cuenta la leyenda, que desde aquel día, justo en aquel lugar donde murió Teddy, crece un coral rojo, no importa si es verano o invierno, pero no es un coral cualquiera, es el mas bonito y sencillo que nunca han contemplado vuestros ojos, incluso si alguien lo arranca, al día siguiente vuelve a crecer otro, mucho mas bonito que el anterior.

Fin