miércoles, 30 de diciembre de 2009

112. EL REY DE REYES

Os voy a contar mi historia, de hecho voy a hacer mucho mas que eso, os voy a contar una buena historia; No espera, ya puestos… os voy a contar la mejor historia escrita y por escribir sobre algo tan bonito y bello como es el mar.
¿Preparados?
¡Pues adelante!

Si fuese una persona, tal vez primero debería presentarme, tal vez deciros como me llamo, o tal vez simplemente y sin avisar… empezar a explicar mi historia, ¿cual es el problema entonces?

Muy sencillo, no soy una persona, soy un pez.
Pero no un pez cualquiera, ni mucho menos… yo soy El Pez, el rey de los mares, el mejor y más bello de todos, soy El Pez rey de reyes en el mar… mientras no venga un “superinteligente delfín con su superinteligencia a comerse pescaditos y dar palmaditas…” madre mía por dios… sobran palabras… son unos vendidos… sobran palabras… ¡Yo! El único, el formidable, el increíble Pez, si que soy el rey de reyes… y ya puestos el mas inteligente de todos los peces, y el mas guapo… y… bueno bueno, que me estoy saliendo del tema. La idea yo creo que ha quedado clara… a todo esto… ¿a que he venido yo? ¡A si! Yo os iba a contar la mejor historia de mundo, bueno pues empecemos.

Era de noche, el mar permanecía en calma, de hecho, una calma casi sobrenatural, las olas prácticamente ni se percibían, la luna, brillaba toda ella, en su más bella desnudez, su luz traspasaba las primeras capas de mar, iluminando el poco profundo fondo. Era una noche bellísima toda ella, pero a la vez era una noche normal, las estrellas bajo las rocas respirando agua, los peces comiéndose unos a otros, las algas bailando toda la noche y de hecho todo el día, yo sinceramente no se como aguantan… y yo, felizmente feliz, por la bella normalidad en la que me encontraba, iba nadando despistado… cuando un chapoteo seguido de muchas burbujas, me dejo anonadado, no sabía adonde ir, pero sin embargo sabía lo que pasaba, ¡había venido un submarinista!
Todos los peces siempre hablaban de ellos y yo por fin vería a uno, así que me alejé de las burbujas… y esperé, esperé esperando encontrar, algo como un gran pez, del mundo exterior, un pez con un sistema de branquias nuevo, con tecnología de respiración súper avanzada, tan avanzada que le permitiría respirar dentro y fuera del agua… pero lo que me encontré… me dejo sin palabras…
El extramarino… sencillamente era muy muy extraño, de entrada lo que más me extrañó fue que a la luz de la luna, no era un pez, de hecho, no se parecía a nada de lo que yo hubiera visto… era como una gran cosa azul oscuro, con unas aletas extremadamente largas y finas a los lados, demasiado largas y finas como para poder nadar… en la cola tenia otras dos aletas de iguales características… pero lo peor de todo era su rostro… de alguna forma… era horroroso… ¿cómo no salir corriendo? ¡Madre mía qué miedo! Dicho y hecho, cuando me di cuenta, ya estaba a metros del buceador, pero lo suficientemente cerca para que mi visión de pez me permitiera verlo a hurtadillas, quería volver a mi casita con algo de información para poder hacerme el guai con mis conocidos y amigos.
Al observarlo… sencillamente me dejó bastante despistado… de entrada no nadaba rápido que digamos, si no que mas bien, era lentito… además, no hacia cosas de pez, de hecho se quedaba con su gran cosa luminosa alumbrando rocas, algas, no se, era un tipo muy muy raro, cuando por fin se me fue el miedo y quise saludarle, ¡intento agarrarme con una aleta! Uy… Aquí ya si que le perdí el respeto… por que media como cincuenta veces más que yo que si no… así que fui y llame a mi amigo Tibu… ¡no que es broma! (casi os lo creéis…) ¿que hice entonces? Pues supongo que lo mismo que cualquier pez hubiera hecho… lo mismo que supongo que deben hacer las personas, después de ver algo tremendamente sórdido, después de quedar fulminados por algo extrañísimo…sencillamente, fui a casa y… ¡me tumbe en el sofá!
¿Que os ha parecido mi historia? ¿Increíble, eh?
¿Qué se puede sacar de ella?
Pues una bonita lección de la vida, tal vez lo que a simple vista parece extraño, no es más que la simple normalidad de otro mundo que no es el nuestro.