jueves, 17 de diciembre de 2009

97. PROBABLEMENTE CUANDO ME SUMERJA ENCUENTRE LAS RESPUESTAS

INTRO.
Probablemente cuando me sumerja encuentre las respuestas.
El escritor vive en la búsqueda, exprime la experiencia y se embarra sus jugos en todo el cuerpo, es por eso que no alejado de su mundo alterno regresa constantemente y se sumerge.
Podríamos pensar que en la soledad submarina ha estado tan cerca de conocer quién es realmente.
LAS CUEVAS, LAS CAVERNAS.
Esta vez el viaje le pareció excitante al ver dentro de la programación que los sitios de buceo se realizarían en cuevas y cavernas. Sin pensarlo dos veces compró su boleto, empacó sus maletas y se encaminó nuevamente a la búsqueda con la frente en alto. En verdad que se sentía orgulloso de la nueva faceta que asomaba su curiosidad.
De pronto se encontró abordado por los sonidos salvajes de la jungla y armado con sus mejores galas submarinas y no era para menos, ya que había escuchado que mucho tiempo atrás en la cultura maya se realizaban rituales donde ofrecían vidas a los dioses a través de los Cenotes. Ahí, parado a escasos 3 pasos de entrar a ese hoyo localizado en la tierra se estremeció y comenzó a sudar, no sabía si era por el agobiante calor que hace en ese lugar ó si era porque su imaginación comenzó a burlarse de él haciéndole bromas crueles. Sabía de antemano que la cultura plasmada dentro de las cuevas y cavernas tendría cierta peculiaridad.
Dio el paso hacia adelante con la botella de aire colgada atrás y las aletas en las manos y entró al Cenote Maya, al mundo temido y organizado por unas sistemáticas estructuras que solo el tiempo podría dar un argumento sólido para esto.
Simplemente no podía imaginarse tanta belleza. Su imaginación tuvo que irse a descansar porque lo que aparecía a su vista solo la divinidad lo puede nombrar.
A la profundidad, la luz era detenida por las formaciones calcáreas, las estalagmitas y las estalactitas le restringían el paso a las extensiones de luz solar. En estos momentos había que encender la linterna, abrir bien los ojos y hacerle notar al cuerpo la tranquilidad del lugar. Tiempo y silencio. Voz y quebranto.
Un susurro entraba de golpe y rebotaba en las paredes frías por periodos constantes. Quizás la búsqueda ya iba demasiado lejos y sin ni siquiera tener la más remota insignia. Tuvo que mantenerse escuchando los alaridos con detenida atención para ver si podía ver entre ellos el mensaje que traían.
El recorrido terminaba y me di cuenta que ya era demasiado tarde así que una vez más salí a la superficie sin las respuestas en las bolsas.
Quería regresar y tener la misma sensación de confusión cuando las aguas saladas se mezclan con las dulces, quería atravesar el túnel y salir de la oscuridad observando el espectáculo de luces que se desbordaban y atravesaban el agua haciendo cascadas majestuosas y mágicas en este lugar del destiempo, pero sobre todo quería encontrar las respuestas que anhelo cada vez que me sumerjo. Es cuando se reconoce que el viajero de las aguas busca un profundo sentido submarino y es cuando las profundidades lo adoptan y lo guían. Y es que cuando más profundo desciendes más desconocido se vuelve todo y en vez de respuestas solo más preguntas encuentras.
Quiero que llegue el día en que salga a la superficie y diga: “tengo la respuesta”; pero creo que el escritor predica la búsqueda y nunca la encuentra. Considero que el escritor que encuentra la respuesta también encuentra más preguntas. Pero entre la búsqueda y el encuentro solo queda sumergirnos, ir más profundo, expandir los límites de la conciencia y entregarse con el corazón abierto, derrochar esa pasión y compartirla con el mar donde el silencio se vuelve cómplice de las respuestas que nunca llegarán.
Y continuaré pensando que probablemente cuando me sumerja… algo pasará.