jueves, 31 de diciembre de 2009

125. EL HELICÓPTERO

Se dice que hará unos treinta años, cierto empresario multimillonario, dueño de una gran cadena hotelera, se hallaba de vacaciones con su esposa en esta isla cuando recibió una llamada urgente en la que se le comunicaba que debía de volver urgentemente a la ciudad.

Una impresionante tormenta azotaba la isla esa noche, pero aún en contra de las indicaciones de su piloto, el empresario y su joven esposa decidieron despegar en su helicóptero particular rumbo a Río de Janeiro. El helicóptero nunca llegó a su destino. La guardia costera en seguida inició una búsqueda y rescataron al piloto y a la esposa del empresario que se encontraban nadando cerca de la costa contra el mar agitado. Se habían separado del empresario después de que el helicóptero se precipitara contra el agua. El cuerpo del empresario nunca se encontró. Unas tres semanas después la joven esposa, ahora millonaria, contrajo matrimonio con el piloto y nunca se pudo probar que la muerte del empresario fuera intencional. Fred, nuestro guía, concluye su relato y nos echa a cada uno una mirada macabra intentando dar más emoción a su relato.


Unos minutos después la lancha se detiene, hemos llegado a nuestra inmersión. Sergio nos explica que la inmersión tiene unos doce metros de profundidad, la flora y fauna es similar a la que hemos visto en la anterior inmersión, es decir, bastante abundante y exótica y que la gran particularidad de esta inmersión es que los restos del helicóptero en el que presuntamente murió el empresario multimillonario de su historia se encuentran allí. Han nombrado la inmersión El Helicoptero, un nombre bastante apropiado pienso yo.

Descendemos lentamente y, directamente a mi derecha, a unos veinte metros de distancia, distingo el enorme helicóptero que se alza impresionante y soberbio. Lo primero que me llama la atención es el completo silencio y carencia de movimiento que reina en el lugar. “Parece una tumba” me digo para mis adentros y me estremezco al pensarlo. Doy un giro de trescientos sesenta grados para mirar a mí alrededor. Por alguna razón desde que he descendido siento que alguien me observa, pero todos los ojos están concentrados en el helicóptero a nuestra frente. El grupo, sigue a Fred que se aproxima hasta el helicóptero. Está completamente corroído por el óxido pero conserva la forma básicamente intacta. Parte de una de las hélices se encuentra a unos metros de distancia en el suelo.

Como acordado en el barco, Fred se separa de nosotros con el grupo ya que tienen que hacer exámenes para su curso de open water y mi compañero de buceo, Jaime y yo salimos a explorar los alrededores.

La visibilidad es mala, de unos 4 metros. Me parece ver un pulpo y siguiendo un impulso sigo la figura, pero resulta ser solo un alga. Hecho un vistazo a mi alrededor en busca de Jaime pero no lo encuentro. La visibilidad se vuelve cada vez peor, ahora casi no consigo ver a un metro de distancia. Miro alrededor pero no consigo divisar a Jaime aunque debe de estar cerca. Diviso una figura frente mí, y decido seguir hacia delante hasta que me topo con el helicóptero. Alguien tiene que estar cerca de él me digo a mi misma. De pronto advierto que hay alguien dentro del helicóptero, un buceador, aunque no consigo distinguir cuál de ellos, su máscara es completamente opaca y el traje de buceador negro le oculta completamente. El buceador me hace señas exasperadas para que abra la puerta del helicóptero. Con horror me doy cuenta de que se ha quedado encerrado y no consigue salir. Intento abrir la puerta pero está atrancada, tiro y tiro pero solo se abre unos dos centímetros.

- ¿Cómo habrá podido quedarse encerrado allí? - Me pregunto.
De repente recuerdo la hélice que se encontraba cerca del helicóptero. La levanto del suelo con dificultad e intento hacer palanca para abrir la puerta. El buceador golpea la puerta desesperadamente hasta que entre ambos conseguimos abrirla lo suficiente para que pueda pasar. El misterioso buceador se desliza por la rendija de la puerta. Ante mi sorpresa, una vez libre pasa atropelladamente frente a mí y comienza a nadar alocadamente alejándose rápidamente del helicóptero. Intento seguirlo pero es mucho más veloz que yo y me extraña que en vez de nadar hacia la superficie lo haga en dirección hacia la costa. Es ahí cuando me percato de que no lleva tanque de oxígeno.
Alguien me toca el brazo y me doy vuelta rápidamente sobresaltada pensando que es el misterioso buceador, pero es Jaime que finalmente me ha encontrado. Miro con estupor a mi alrededor y advierto que la visibilidad a mejorado notablemente. A lo lejos diviso el ancla del barco.

Una vez en él le cuento a Jaime lo ocurrido. Les preguntamos a todos en el barco si han visto al misterioso buceador pero nadie ha visto nada y Fred encuentra inexplicable que no tuviese un tanque de oxígeno. Creo que todos piensan que me lo he inventado.

Unos días después la guardia costera encuentra el cuerpo de un hombre en la playa que vestía un traje de buceo negro. Lo identifican como el empresario desaparecido hace treinta años. Esperamos con anhelo que se publique el resultado de la autopsia.