viernes, 18 de diciembre de 2009

98. UN BAUTISMO MUY ESPECIAL

Era una tarde de sábado de mayo. A primera hora habíamos quedado en la base de buceo con Carlos (el instructor). Emocionados y un poco nerviosos estábamos ya que, aunque mi mujer y yo ya somos buceadores, nuestro acompañante se iba a estrenar.
Un poco torpe para vestirse ya que el traje no ajustaba bien y después de pelearnos con los escarpines, estábamos listos para la aventura.

Equipo a la barca. En total éramos cinco y todos conocidos. Carlos nos llevó a una zona llamada Embarcadero en la Isla de Benidorm, lugar tranquilo para un bautismo. El agua estaba para la ocasión, tranquila, limpia, perfecta para alguien que va a descubrir una de las experiencias más maravillosas… el buceo.
Mi mujer y Antonio (uno de los compañeros), fueron los primeros en tirarse al agua. Yo me quedé con Carlos para ayudar al principiante y con mi inseparable cámara de fotos dejé grabado para siempre el momento en que el novel se tiró al agua. En todo momento Carlos a su lado le iba explicando las primeras maniobras para sumergirse. ¡Todos Ok… para abajo!
Antonio y mi mujer se separaron un poco pero yo me quedé con el principiante, no quería perderme detalle, ver cómo aleteaba, si se agobiaba… pero increíblemente parecía un pez bajo el agua, con soltura, sin nervios, disfrutando del momento del paseo. Carlos siempre lo tenía pillado por la grifería, le preguntaba - ¿qué tal? - El novel – OK.
Tropezamos con un pulpo la mar de simpático, incluso lo pusimos en la mano del novato, se dejó tocar un poco hasta que nos tiró un chorro de tinta.
Yo, como siempre haciendo fotos, no sé si hice unas cincuenta, no quería perder detalle del bautismo. El tiempo pasaba deprisa, tanto que en una de las veces el ordenador marcaba que estábamos a 15 mts.! Se lo marqué a Carlos pensando en el novato - ¿todo bien, OK? – le preguntamos y él –OK-
Llegó el final del paseo, todos arriba de la barca. El novato ya no era novato, ya había sido bautizado y creo que casi me saltaron las lágrimas de emoción al abrazar a mi hijo Gabriel de 10 años como futuro compañero de buceo.
El regreso a puerto muy contentos porque incluso le dejaron conducir hasta casi llegar a puerto.
Este escrito es para ti, Gabriel, para que siempre recuerdes ese día como lo recuerdo yo.
P.D. Gracias a Carlos “El Panadero” por cómo se portó con mi hijo