jueves, 31 de diciembre de 2009

124. TRAS LA HUELLA DE ATLANTIS

“En dicha isla, Atlántida, había surgido una confederación de reyes grande y maravillosa que gobernaba sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la tierra firme.” Platón en su obra Timeo
“Tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera […] se hundió toda a la vez bajo la tierra, y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar”. Platón en su obra Timeo
“El hombre que la soñó la hizo desaparecer”. Aristóteles

Misterio entre los misterios, enigma ancestral, durante cientos de años Atlantis, ha sido objeto de búsqueda desde el Renacimiento. Desde místicos, ocultistas, historiadores, ingenieros hasta marinos se han interesado en el continente perdido. Lo cierto es que aunque abundan cientos de leyendas y habladurías acerca de esta isla, pocas son las indicaciones geográficas que hacen factible su búsqueda. Existe una gran diversidad en cuanto a las teorías sobre su supuesta localización: Peter James la sitúa en Anatolia; Robert Graves en la antigua Cartago, actual Túnez; Charles Hapgood, por el contrario, la ubica en la Antártida; mientras que Augustus Le Plongeon, en cambio, la relaciona con las culturas maya y azteca. Basta con ver la cantidad de teorías existentes, y cuánto difieren unas de otras, para comprender la controversia que han causado.

El 20 de febrero de 2009 salió a la luz el verdadero paradero de Atlantis. El periódico inglés The Sun publicó en portada, el hallazgo ingeniero aeronáutico Bernie Bamford. Usando un satélite buscador muy famoso en la red, cuyo nombre no cabe citar aquí, encontró la ciudad perdida a unos 965 kilómetros al oeste de las Islas Canarias, en el océano Atlántico. La noticia se hizo eco en los medios, generando una gran polémica. Al fin, casi 2500 años en que Platón citó por primera vez esta metrópolis en su obra Timeo, ha sido hallada. La imagen, mostraba unas líneas rectas formando rectángulos entre las cuales se apreciaban puntos. Claramente, esas formas eran producto de la mano del hombre. Sin embargo, la empresa responsable del satélite, declaró que dichas líneas eran trazas de embarcaciones que, mediante sónar, se dedicaban a recopilar datos batimétricos. La noticia quedó desmentida y todo el mundo la olvidó; bueno, a decir verdad, todo el mundo no.

El marinero gallego Miguel Saldaña se encontraba en su barco mercante en la costa oeste de África cuando la noticia llegó a sus oídos. Queriendo sacar un dinero extra, pues debido a la crisis se encontraba mal económicamente, puso rumbo al norte, para fotografiar la zona del hallazgo. El viaje le llevó casi un día completo, pero estaba seguro de que merecería la pena. Según había calculado, midiendo la latitud y la longitud, se encontraba justo encima de Atlantis, mas allí no había indicio de vida. No estaba dispuesto a haber realizado el viaje en vano, no señor. Así que tras colocarse el traje estanco, los zapatos de suela de plomo, el snórkel, comprobar el oxígeno… se aventuró, en solitario, a explorar el fondo submarino.

Se zambulló a las gélidas aguas atlánticas tras comprobar que todo estaba en orden, comenzó a descender. Según iba bajando, pudo distinguir cada vez mejor… ¡Una gran cúpula de cristal! De pronto, una inesperada ráfaga de misiles se abalanzó contra el submarinista, que nada pudo hacer para defenderse.

Abrió los ojos muy lentamente. Todo le daba vueltas y no recordaba qué había sucedido. Miguel Saldaña estaba totalmente desconcertado. Luces blanquecinas lo cegaban, a la vez que alguien hablaba de forma ininteligible. Se incorporó en la cama en la que se encontraba y pudo enfocar a un extraño ser humanoide.

–Hola. Soy Kailash, bienvenido a Atlantis – su voz sonaba algo extraña.
–Hola, ¿qué ha pasado? ¿Dónde estoy? – respondió Miguel, que parecía no haber escuchado a Kailash.
–Hola Miguel. Te repito que estás en Atlantis, sobreviviste al ataque de misiles, y antes que dejarte morir en el fondo del océano, te recogimos.
– ¡¿Cómo?! ¿Atlantis? Debo estar soñando, esto no puede estar pasando.
–Sí, eres el segundo homo sapiens sapiens que logra traspasar los muros de la ciudad.
– Esto es increíble ¿Y quién fue el primero, si puede saberse? –preguntó fascinado Miguel.
–Se llamaba Platón. Era un gran hombre. Nuestra percepción de la raza humana cambió a partir de él, su sed de conocimiento era increíble y le enseñamos mucho.
– ¿Platón? ¿No estarás hablando del famoso Platón? ¿Del mismísimo filósofo griego?
– ¿Griego? Sí, me suena –respondió Kailash algo dubitativo.
– ¡Ay madre! ¡Esto es increíble! ¿Y qué hizo exactamente Platón aquí? – Miguel iba despertando a medida que Kailash lo sorprendía más y más.
–Hicimos un pacto, nosotros le enseñamos matemáticas y filosofía y él nos confirió el gran pilar que ha permitido que Atlantis no sucumbiera ante el desastre –pronunció Kailash dándole un énfasis apocalíptico.
– ¿Qué pilar? ¿Qué os confirió? –Miguel comenzaba a despertar una curiosidad inmensa.
–Mira, nosotros vivimos aquí en la clandestinidad desde hace millones de años. Pero según tu raza, el homo sapiens sapiens fue evolucionando, nuestra posición corría peligro de ser descubierta. La juventud se revelaba y exigía salir al mundo exterior, Atlantis corría un grave peligro. Entonces llegó Platón, él nos otorgó la clave, la gran obra escrita que nos salvó, La República. En él nos dio las pautas de cómo dirigir la ciudad, nos explicó cuál era la mejor forma de gobernar un estado. Por tanto, haciéndole caso, el gobernador de Atlantis otorgó a cada ciudadano el derecho a opinar, actuar, discernir, discutir y preguntar libremente, siempre y cuando todo el mundo respetase la condición de no salir al exterior. Nos dio muchas más explicaciones.
– ¡Guau! O sea que Platón escribía la famosa “República” dirigiéndose a vosotros. Es increíble. Pero hay algo que no acabo de entender, ¿por qué no podéis salir al exterior? ¿Cuál es ese peligro?
–Lo cierto es que es muy largo de explicar. Nuestra civilización existe desde hace millones de años, llegando a convivir con los dinosaurios. Por lo general, todos nosotros fuimos grandes matemáticos y astrólogos, construíamos observatorios astrológicos gigantes y nos fascinaba el universo. De hecho, Platón me confesó que muchos observatorios sobrevivían hoy día, me habló especialmente del Stonehenge y de algún otro. Bueno el caso es que algunos de nuestra especie se echaron a la mala vida. Rehusaron estudiar, no seguían ningún tipo de valor moral y pasaban el día copulando. Convivimos así unos cuantos miles de años, pero estos indeseables fueron sobrepasándonos en número. Se reían de nosotros por estudiar y nos excluían socialmente. La solución fue escondernos a cientos de metros de profundidad en Atlantis, ya que en caso de no haberlo hecho, hubiéramos sucumbido ante tus ancestros.
-¿Mis ancestros? –Miguel no daba crédito a lo que oía.
–Sí, desgraciadamente aquellas gentes fundaron una nueva especie o raza, el homo Sapiens Sapiens. Por eso la sabiduría de Platón nos sorprendió tanto.
–O sea que es por eso por lo que permanecéis aquí escondidos.
–En efecto –Kailash quedó satisfecho ante la buena comprensión de Miguel.
–Pues tengo una noticia que daros. Habéis sido localizados y la noticia se ha extendido entre la raza humana.
–¿Cómo? No es posible –Kailash no daba crédito.
–Sí, ha sido con un potente satélite.
El extraño humanoide se levantó y rápidamente llamó por un extraño aparato telefónico para comunicar la noticia. Minutos después suspiró y dio gracias.
–Me han comunicado que han camuflado Atlantis con el gran artilugio preparado para estas ocasiones. No hay peligro.
Ambos personajes estuvieron conversando durante un rato manteniendo una animada charla en la que intercambiaban impresiones de ambos “universos paralelos”.
–Y dime Miguel, ¿siempre acostumbráis a vestir así de raro? –preguntó Kailash señalando su traje.
Miguel rió un rato ante la pregunta de Kailash:
–Oh, no. Se trata de un traje especializado para bucear. Normalmente llevamos otro tipo de atuendo.
–¿Bucear?¿De qué hablas?
–No me digas que nunca has buceado.
Miguel le contó mil maravillas acerca de bucear junto a todo tipo de seres submarinos.
–Es lo mejor, uno desconecta del estrés y la malacostumbrada sociedad y disfruta de la compañía de mil y un preciosos peces. Es lo mejor, el sosiego y la paz son inalcanzables en tierra, tienes que probarlo.
–Es una lástima, como ya te he dicho, no nos está permitido salir de Atlantis.
–Oh, es cierto, no me acordaba. Bueno, no te preocupes, supongo que vivir aquí puede compararse con bucear. Además, aquí tenéis la ventaja de que no tenéis que andar pendientes de la bombona de oxígeno –quiso hacer un chiste.
Tras pronunciar estas palabras, a Miguel se le vino el mundo encima. ¡No se había acordado de consultar la bombona en todo este tiempo! Miró el marcador y se encontraba al límite, lo justo para volver a la superficie.
–Lo siento Kailash, debo partir o quedaré aquí enterrado de por vida.
Kailash entendió perfectamente la situación de su amigo, pero le recordó los inconvenientes de Atlantis:
–Como ya te he dicho, no creo que te permitan salir de aquí.
–Pero si yo no soy ciudadano de aquí. No me queda apenas oxígeno, tengo que escapar.

Miguel se apresuró a toda máquina al techo de la cúpula y golpeando la cristalina cúpula con la semivacía bombona de oxígeno, logró hacer un agujero del tamaño suficiente como para escapar. A continuación soltó el poco oxígeno que le quedaba y ascendió a toda máquina. Pudo ver como desde abajo disparaban a matar, no podían permitir que ningún ciudadano de Atlantis huyese.

De repente despertó, se encontraba en la superficie. Sus camaradas del barco lo socorrían preocupados. “Con cuidado, que no se hiperventile” pudo oír Miguel.

–Tranquilos chicos, si he sobrevivido a una ataque de Atlantis sobreviviré a esto. Además allí sabrán construir observatorios astrológicos pero no pueden bucear. Jajaja no saben lo que se pierden.
La falta de oxígeno debe haberle afectado al cerebro” pudo oír Miguel, pero tras la incesante fatiga se durmió. Mas en sueños se despidió de Kailash como es debido, buceando entre delfines y pececillos.